Massiel Pereyra y Tomás Cam llevan 10 meses como novios. Como muchas parejas, se conectaron por redes sociales y, después de unos encuentros, comenzaron una relación. Aunque puede parecer una de historia amor regular, esta se destaca porque ambos se conocieron cuando eran parte de la vida religiosa: ella era monja y el seminarista
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A pesar de lo que muchos creen, su historia de amor no comenzó en los pasillos de un convento ni mucho menos dejaron su carrera religiosa por estar juntos. Se cruzaron en la universidad mientras estudiaban Teología, confesando que en un principio ni siquiera se llevaron bien, especialmente porque Massiel tenía un poco de recelo frente a la comunidad a la cual pertenecía Tomás, ya que la veía “un poco más cuadriculada" y ella "era de una línea un poco más distinta”. Entre risas, el hoy retirado seminarista admite que en su momento le veía una actitud natural “así toda coqueta y decía '¿qué es esto?'”.
Ambos tomaron la decisión de seguir la vida religiosa desde una edad temprana.
A los 15 años, ella toma la decisión de ingresar porque en el grupo pastoral del cual era parte “se presentaba la vida religiosa como la mejor manera de amar a Dios" y ella "estaba muy metida en esto”.
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“Ya luego, cuando pasan los años, estoy dentro y conozco más de cerca la realidad de la vida religiosa y hago un proceso más interior de discernimiento, vuelvo a plantearme si realmente es lo que yo quiero para mí y si realmente esa es la única manera de amar a Dios”, comenta Pereyra. Con este pensamiento decide abandonar la comunidad en 2023.
Por su parte, Cam comienza su proceso a los 17 años, donde tuvo 3 años de formación, 3 años de estudios en Filosofía y uno de Teología. En 2022 se da cuenta de que tal vez ese no era el camino que deseaba tomar para proyectar el resto de su vida y deja de lado su capítulo como hermano religioso. Un mes después de esto, decide crear sus redes sociales.
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Massiel, la hermana a la cual le pedía notas en su tiempo universitario, había tomado la misma decisión que él.
Ella lo agregó y él le habló, dice, para saber el porqué de su decisión. Ella le pidió que se vieran en el Puente de los Suspiros, un lugar que él considera “superromántico” y, después de ello, la llama del amor se encendió en ambos.
Como pareja llevan 10 meses y afirman que están “empezando a construir algo" y que están "contentos, sin ningún tipo de prisa".
"Nos hemos reído mucho porque han aparecido titulares que dicen que ya estamos casados, tenemos familia, y, bueno, aquí estamos, pasito a pasito”, comentan.
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Él dice que es difícil escoger, que lo que más le gusta a ella porque son muchas cosas, pero destaca su profundidad en el pensamiento y en sus sentimientos. “Su amor es distinto, es muy puro y esa pureza de corazón y alma es lo que más me gusta de ella”. Ella dice conmoverse con su bondad y nobleza con las personas.
Los retos fuera de la comunidad
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“Hay muchas experiencias retadoras cuando uno sale de la vida religiosa, sobre todo cuando uno entra tan joven porque atravesamos por un proceso de descubrimiento personal”, admite Pereyra, enfatizando en que es bastante difícil afrontar las incertidumbres sobre el futuro. Ninguno tienen dudas frente a su decisión, sin embargo, agradecen su vivencia dentro de la comunidad.
“Yo creo que si soy el que soy ahora es gracias a la experiencia que tuve… Ellos hicieron que me formara y me marcó muchísimo. Para mí, Dios es lo más importante en mi vida y siento que es mi norte”, expresó Tomás.
Ella, en cambio, tiene una visión diferente frente al tema y asegura que su situación fue distinta. “Obviamente fui feliz y disfruté mucho los años que estuve en comunidad, pero creo que hay cosas en la Iglesia en general que ahora cuestiono más y creo que eso también es válido igual”.
Ante ello, agrega: “Yo creo en Dios, creo que él, en mi vida tengo una conciencia de su presencia y quiero que mi vida siempre esté de su mano”. Sin embargo, ahora su visión es vivir “este Dios de la vida, de lo cotidiano" que puede "encontrar en cada persona, en la naturaleza y en distintos momentos”.