En 1961, en Estados Unidos , parecía que Karen y Denny estarían juntos por siempre. “Después de los juegos de fútbol o basquetbol, ella estaría ahí esperándome”, dice él.
Pero la vida de los dos adolescentes dio un giro cuando Karen descubrió que estaba embarazada. Su familia la llevó a una casa para madres solteras. Denny estuvo ahí el día en que su hija nació, pasaron una hora con ella y, después, la niña fue dada en adopción.
“Teníamos una fotografía que le tomaron y ese fue nuestro último recuerdo de ella”, señala Karen.
La pareja no solo le decía adiós a su hija, ellos también se despedían. Pero estar enamorados hizo mucho más difícil separarse.
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“Nunca dejé de pensar en ella. Ella tiene, como yo digo, una esquina de mi corazón”, afirma Denny.
Pasaron 50 años y, en 2014, la curiosidad retó el azar. Denny buscó a Karen en internet, la encontró y la llamó. Hablaron sin parar, como si el tiempo no hubiera pasado. Entonces, él tomó un avión y fue a verla.
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“Fue mágico”, dice Denny. "Sentí como si nada hubiera cambiado, incluido sus hoyitos en las mejillas cuando sonreía y sus ojos brillantes”, afirma, por su parte, Karen.
Se casaron tres días después, pero la vida no era completa.
“Un día él dijo: ‘Karen, me tomó mucho encontrarte, mi vida estará completa si podemos encontrar a nuestra hija’”, comenta.
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Parecía imposible, pero con la ayuda de la agencia de adopción lo lograron. Jean tenía 59 años y una mañana de mayo en 2016 decidieron conocerse.
“Cuando caminé a través de la puerta y lo miré fue como ‘oh, Dios mío’, porque nunca me había parecido a alguien. Nunca, nunca”, manifiesta Jean.
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Es así como consiguieron una nueva vida juntos, gracias al amor que no pudieron arrebatarles.