Noticias Caracol habló con una pareja de migrantes venezolanos que vivió los momentos angustiantes de la fuerte explosión en Beirut, que esta semana impactó al mundo.
“Piensas, esto se pudo evitar, esto no tuvo que haber pasado, ¿por qué pasó esto?”, expresa Georges Dau Malkolm.
Él y Yuliana, una pareja de esposos que migró a Beirut, capital del Líbano, recuerdan la explosión que sacudió a este país repleto de contrastes.
“Luego de pasados, creo que unos 10 a 15 segundos, fue la explosión más grande, ahí sí sentí que el centro comercial se me venía encima, que la tienda se me venía encima”, manifiesta Georges.
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Hacia las 6:15 p.m. la explosión de 2.700 toneladas de nitrato de amonio causaba una ensordecedora y devastadora onda expansiva 20 km a la redonda del puerto. Minutos después, según lo relata el venezolano, el panorama era de destrucción y caos.
“Yo levanto mi cabeza, veo lo que hay encima de mí, porque la gente está mirando hacia el cielo y están viendo es una nube roja, naranja. Eso sí me asusto, porque pensé que era algo químico. Lo único que veía eran las fachadas de los negocios, destrozadas, muchos vidrios, cristales en el suelo. Ahí fue donde yo me di cuenta de lo grande y la gravedad de la explosión”, señala.
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Ver las calles de Beirut en estos momentos es rememorar los peores recuerdos de la guerra civil libanesa.
“Ayudar a la gente, a los de la guardia civil, a los militares, policías, para rescatar a gente que todavía sigue bajo los escombros. Se han hecho homenajes a personas desaparecidas porque obviamente sus cuerpos no los van a encontrar porque están incineradas”, subraya Yuliana de Lión.
Todo esto sin contar el estrés postraumático de los sobrevivientes.
“A Georges el estrés postraumático lo ha afectado más, lleva tres días sin dormir, no puede sonar nada en la casa”, asegura la mujer.
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Líbano, considerado uno de los países árabes más multiculturales, aprendió a sobreponerse de toda clase de tragedias, esperan ahora que esta sea una más.
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