A cenizas y polvo quedó reducida una cárcel que albergaba en su mayoría prisioneros de guerra en la región de Donetsk, en Ucrania. Esta vez las víctimas de los continuos ataques fueron 40 presos y 8 empleados del centro penitenciario.
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El bombardeo se dio en territorio controlado por separatistas prorrusos, quienes acusaron a Ucrania de bombardear la estructura. La acusación fue respaldada por el Ministerio de Defensa ruso.
“El centro de detención fue alcanzado por misiles lanzados desde un sistema HIMARS estadounidense… cuarenta prisioneros de guerra ucranianos murieron y 75 resultaron heridos", según las declaraciones del portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov.
También, el portavoz ruso aseguró que entre los muertos se encontraban miembros del batallón Azov, una división que ganó notoriedad por defender el puerto ucraniano de Mariúpol frente al avance de las tropas rusas.
Por su parte, Ucrania niega que haya cometido el ataque y, en un cruce de acusaciones, asegura que Rusia es la responsable y que realizó el ataque para ocultar los abusos que se cometían allí.
Las fuerzas ucranianas anunciaron que las armas recibidas por los países socios lanzan ataques extremadamente precisos solo contra objetivos militares rusos. Incluso, el ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, aseguró que Rusia cometió otro horrendo crimen de guerra y pidió la condena internacional, además de insistir en que sus fuerzas están seguras de no haber lanzado ataques de misiles ni de artillería en la zona.
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