La Oficina de Derechos Humanos de la ONU ha recibido "información creíble" de que Rusia ha usado varias veces, desde que invadió Ucrania, municiones de racimo, armas prohibidas por su impacto indiscriminado entre los civiles, que cuando no se detonan, quedan como remanentes que pueden herir o matar a alguien décadas después.
El uso de esas bombas se habría producido "incluso en zonas pobladas", dijo la portavoz del organismo, Liz Throssell, quien detalló que el 24 de febrero una bomba de racimo explotó en el hospital principal de Vuhledar, ubicado en la parte de Donetsk bajo control gubernamental y donde murieron cuatro civiles y una decena resultaron heridos.
"Hubo otros ataques con bombas de racimo en varios distritos de Járkov, en los que 9 civiles murieron y 37 fueron heridos", continuó la portavoz.
"Debido a sus efectos en una amplia área, el uso de bombas de racimo en áreas pobladas es incompatible con el derecho internacional humanitario", agregó.
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Un tratado internacional que prohíbe el uso, desarrollo, fabricación, adquisición y almacenamiento de estas armas prohibidas está en vigor desde 2010. Actualmente 110 Estados se han adherido plenamente a este instrumento jurídico y otros 13 lo han firmado, pero aún no lo han ratificado.
Rusia, al igual que Estados Unidos y China, no están entre los adherentes a este tratado, del que Ucrania tampoco es parte.
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La comunidad internacional juzgó necesario negociar un tratado específico que impida usar totalmente esas armas prohibidas por el terrible impacto que causa en la población civil en situaciones de conflicto.
Sea lanzada desde el suelo o desde el aire, las bombas de racimo consisten en contenedores que se abren y dispersan cientos y en ocasiones miles de submuniciones sobre una amplia zona. Muchas se quedan sin detonar y se convierten en explosivos remanentes que pueden herir o matar a alguien incluso décadas después, así como impedir el uso de tierras cultivables.
Según el Observatorio sobre uso de bombas de racimo y minas antipersonales, las primeras fueron utilizadas entre julio de 2014 y febrero de 2015, durante el anterior conflicto en Ucrania, cuando grupos separatistas se alzaron en armas contra el gobierno central y tomaron el control de parte de dos regiones del este del país, fronterizas con Rusia.
Por otra parte, la Oficina de Derechos Humanos de la ONU informó que ha verificado la muerte de 549 civiles en la actual guerra en Ucrania, así como los casos de 957 personas heridas.
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"Escuelas, hospitales y guarderías han sido alcanzadas con consecuencias devastadoras", lamentó Throssell.