Donald Trump hizo este miércoles su primera aparición oficial después de las elecciones en las que Joe Biden ganó, aunque el mandatario se niega a aceptarlo.
El magnate asistió antes del mediodía a una ceremonia celebrada bajo la lluvia en el cementerio nacional de Arlington, en Virginia.
Trump no se ha dirigido a la nación más que a través de Twitter, y no ha aceptado su derrota frente a Biden.
El republicano ha permanecido encerrado en la mansión presidencial, sosteniendo que está a punto de ganar y presentando demandas en las que alega fraude electoral.
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El miércoles por la mañana volvió a tuitear que había ganado las elecciones y había sufrido una manipulación de votos, pese al consenso de observadores internacionales, líderes mundiales, funcionarios electorales locales y medios de comunicación de que la votación del 3 de noviembre fue transparente y no mostró ningún indicio creíble de fraude.
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Trump criticó una encuesta "posiblemente ilegal" justo antes de la jornada electoral que, según él, desanimó a los votantes republicanos al mostrarlo 17 puntos detrás de Biden en Wisconsin, aunque la carrera estaba empatada.
Aunque Biden fue declarado ganador en ese estado, el presidente añadió que se encaminaba a ganar ahí.
Algunos republicanos se sumaron a los crecientes llamados para que el presidente de Estados Unidos asuma que perdió y expertos advirtieron que su negativa a hacerlo perjudicaba el proceso democrático y retrasaba la transición hacia un gobierno de Biden, cuya investidura está programada para el 20 de enero.
Entre ellos se encontraba el secretario de Estado republicano de Montana, Corey Stapleton, quien destacó las "cosas increíbles" que Trump logró durante su mandato. "Pero ese tiempo ya terminó. Quítese el sombrero, muérdase el labio y felicite a @JoeBiden", tuiteó.
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"Embarazoso"
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Sin embargo, algunas de las figuras más poderosas del partido republicano, entre ellas el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el líder del Senado, Mitch McConnell, parecen respaldar a Trump en su intento por socavar la victoria de Biden.
"Habrá una transición tranquila hacia un segundo gobierno de Trump", dijo Pompeo el martes durante una conferencia de prensa por momentos tensa, mientras que McConnell afirmó que el presidente estaba "100% en su derecho" de impugnar la elección en los tribunales.
Pero la ventaja del demócrata en varios estados clave es insuperable y no parecería cambiar, incluso si prosperaran las demandas judiciales, o luego del recuento previsto en Georgia, un bastión republicano en el que se proyectó el triunfo de Biden.
"Simplemente creo que es embarazoso, francamente", dijo Biden el martes , cuando se le preguntó qué pensaba sobre la negativa del presidente a reconocer la derrota.
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Pero el mandatario electo parece ignorarlo.
"El hecho de que no estén dispuestos a admitir que ganamos a esta altura no tiene mayor consecuencia en nuestra planificación", aseguró el demócrata, que ya trabaja para preparar su asunción al cargo.
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El presidente electo y su esposa, Jill, acudieron este miércoles a una ceremonia celebrada en un monumento conmemorativo de la guerra de Corea en Filadelfia (Pensilvania).
Desde el anuncio de su victoria el sábado, Biden hizo un discurso a la nación, instaló un grupo de trabajo sobre el coronavirus, habló con líderes mundiales (incluidos aliados de Trump) y empezó a estudiar la composición de su administración.
Las únicas actividades conocidas de Trump fuera de la Casa Blanca han sido jugar al golf dos veces durante el fin de semana, después de que se anunciaran los resultados.
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Las reuniones confidenciales de inteligencia, de rutina para un presidente, han estado fuera de la agenda diaria. Tampoco mencionó el fuerte repunte del COVID-19 en Estados Unidos, que registró más de 200.000 contagios en un día.
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La única acción presidencial significativa de Trump ha sido el despido abrupto del secretario de Defensa, Mark Esper, el lunes, también por Twitter.
El hecho de que no conceda la derrota no tiene fuerza legal en sí misma, pero la Administración de Servicios Generales, la agencia que administra la burocracia de Washington, se ha negado a aprobar los fondos y mecanismos previstos para la transición.