El presidente de Sri Lanka hizo saber este sábado que renunciará el próximo miércoles, poco después de que una multitud enardecida lo obligara a huir de su residencia, llevando a su paroxismo la crisis desencadenada por el hundimiento económico del país.
Cientos de miles de personas se congregaron desde la mañana en Colombo, la capital, para exigir que el mandatario, Gotabaya Rajapaksa, asumiese la responsabilidad por los desajustes financieros que arruinaron a este país isleño de Asia meridional.
Y varios centenares forzaron la entrada del palacio presidencial y obligaron a Rajapaksa a abandonar precipitadamente el lugar. Las redes sociales mostraron imágenes de los invasores deambulando por los salones del edificio de la época colonial británica y a algunos refrescándose en la piscina del lugar.
"El presidente ha sido escoltado a un lugar seguro", dijo una fuente militar a la AFP. "Sigue siendo el presidente y está bajo protección de una unidad militar", añadió.
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Para garantizar su evacuación, los militares tuvieron que efectuar varios disparos al aire, manteniendo a raya a la muchedumbre. Poco después, las oficinas del mandatario, en el distrito administrativo, también cayeron en manos de los manifestantes.
Los manifestantes también atacaron e incendiaron la residencia privada del primer ministro, Ranil Wickremesinghe.
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Por la noche, el presidente del Parlamento anunció por televisión que, "para garantizar una transición pacífica, el presidente (Rajapaksa) dijo que presentaría su renuncia el 13 de julio".
El primer ministro Wickremesinghe, primero en la línea de sucesión, convocó durante el día una reunión de emergencia con líderes de otros partidos y se dijo dispuesto a dimitir para permitir la formación de un gobierno de unidad nacional.
Manifestaciones masivas
Las manifestaciones de las últimas semanas para exigir la renuncia del gobierno han tenido una afluencia masiva. Rajapaksa es señalado como principal responsable de la mayor crisis desde la independencia del país en 1948, que conjuga una inflación galopante con una grave escasez de combustibles, electricidad y alimentos.
La ONU estima que alrededor del 80% de los 22 millones de srilankeses se salta comidas.
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Según economistas, el colapso se debe a la pandemia de COVID-19, que privó a la isla de las divisas del sector turístico y se vio agravada por malas decisiones políticas.
En abril, Sri Lanka se declaró en suspensión de pagos de su deuda pública de 51.000 millones de dólares e inició negociaciones de rescate financiero con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero analistas temen que ese programa imponga aumentos de impuestos y atice la cólera popular.