La humanidad se ha convertido en un "arma de extinción masiva" de la naturaleza a la que "tratamos como a un retrete", dijo el martes el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en una ceremonia celebrada en Montreal en la víspera de la conferencia sobre biodiversidad COP15.
"Con nuestro apetito sin fondo de un crecimiento económico desenfrenado y desigual, la humanidad se ha convertido en un arma de extinción masiva", afirmó al levantarse el telón de la conferencia, que considera como la "oportunidad para detener esta orgía de destrucción".
Guterres también criticó a las multinacionales por convertir los ecosistemas en "juguetes para obtener beneficios" y advirtió que, de no corregirse el rumbo, los resultados serán catastróficos.
Desde que asumió el cargo en 2017, el ex primer ministro portugués ha hecho del cambio climático su caballo de batalla.
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Sus encendidas denuncias en la solemne apertura de la COP15 demuestran que también se preocupa por el destino de las plantas y los animales amenazados del mundo, entendiendo que se trata de la misma crisis.
Guterres habló tras el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, cuyo discurso fue interrumpido durante unos minutos por una docena de representantes de un pueblo indígena. Llevando una pancarta en la que se leía "Genocidio indígena = ecocidio", fueron escoltados tranquilamente a la salida, recibiendo un aplauso de apoyo de parte de la sala.
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"Como también pueden ver, Canadá es un lugar de libre expresión, donde los individuos y comunidades son libres de expresarse abierta y vehementemente. Y les agradecemos por compartir sus puntos de vista", dijo Trudeau como respuesta a la situación.
Los retos de la COP15 son enormes: un millón de especies están amenazadas de extinción, un tercio de las tierras del mundo están gravemente degradadas y los suelos fértiles están desapareciendo, mientras que la contaminación y el cambio climático aceleran la degradación de los océanos.
Los productos químicos, los plásticos y la contaminación atmosférica están asfixiando la tierra, el agua y el aire, mientras que el calentamiento global provocado por la quema de combustibles fósiles está causando un caos climático, desde olas de calor e incendios forestales hasta sequías e inundaciones.
Más de 190 países se reúnen del 7 al 19 de diciembre en un intento por forjar un "momento París" sellando un pacto por la naturaleza de 10 años de duración que evite una sexta extinción masiva. Pero el resultado de las negociaciones, que abarcan unos 20 objetivos para salvaguardar los ecosistemas de aquí a 2030, sigue siendo incierto.
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"Cacofonía del caos"
"Hoy no estamos en armonía con la naturaleza, al contrario, estamos tocando una melodía muy diferente", una "cacofonía del caos tocada con instrumentos de destrucción", resumió el secretario general de la ONU.
"Y al final, nos estamos suicidando por poder", añadió, debido a las repercusiones en el empleo, el hambre, la enfermedad y la muerte.
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Por su parte, las pérdidas económicas a causa de la degradación de los ecosistemas se estiman en 3 billones de dólares anuales a partir de 2030.
Sin embargo, aunque las evidencias científicas son apenas discutidas, sigue habiendo muchos puntos de fricción entre los miembros del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de la ONU (195 Estados y la Unión Europea, pero sin Estados Unidos, que es sin embargo un observador influyente).
"Para que el acuerdo de París tenga éxito, también debe tenerlo la biodiversidad. Para que el clima triunfe, la naturaleza debe triunfar, y por eso tenemos que tratarlos juntos", declaró hace unos días a la AFP Elizabeth Mrema, la directora del CDB.
Entre la veintena de objetivos que se debaten, la ambición emblemática, bautizada como 30x30, aspira a poner al menos el 30% de la tierra y el mar del planeta bajo una protección jurídica mínima para 2030. Esto contrasta con el 17% y el 10%, respectivamente, del acuerdo anterior de 2010.
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La COP15 también abordará las subvenciones perjudiciales para la pesca y la agricultura, la lucha contra las especies invasoras y la reducción de los pesticidas.
Pero, una vez más, la cuestión de la financiación de estas medidas podría ser un punto de fricción, ya que los países en desarrollo piden la creación de un fondo como el que se decidió para el clima.
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Aparte del primer ministro canadiense, no se espera a ningún jefe de Estado o de gobierno en Montreal, mientras que en Egipto había más de 110.