Lo que comenzó como un descanso después de una noche de copas terminó en una pesadilla para la canadiense Julia Anderson. Después de desmayarse estando acurrucada se le cortó la circulación de las piernas y debió ser sometida a múltiples cirugías para salvarle una.
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Anderson, de 36 años, compartió su historia por su perfil de Facebook. En la publicación relata que en febrero de 2020 salió de fiesta y se pasó de tragos, especialmente con el vodka y otros licores puros. Admite que al llegar a casa se desmayó por completo y no se dio cuenta de que quedó posicionada con las piernas acurrucadas.
“Cuando me desperté no podía mover mis piernas en absoluto. Mi cuerpo estaba hinchado con líquido y parecía que pesaba al menos 50 libras más. Los paramédicos tuvieron que llevarme a una ambulancia”, relata la mujer.
Cuando llegaron al hospital, los profesionales que la atendieron determinaron que padecía de síndrome compartimental. Esta condición es descrito por expertos como una afección dolorosa en la que la presión muscular alcanza niveles de alto nivel de peligro o la posible muerte.
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Este síndrome puede afectar a 3,1 de 100.000 habitantes en el mundo occidental, con predominio en hombres y jóvenes, y puede ser causada por un trauma, regularmente un accidente automovilístico o un hueso roto, o por el ejercicio intenso y repetitivo.
Después del diagnóstico, Julia tuvo que atravesar una serie de procedimientos para salvar su pierna, que implicaron tres cirugías. Explicó que “el músculo se estaba deteriorando tan rápidamente que estaba liberando toxinas en mi sangre, por lo que también estaba en diálisis renal y transfusiones de sangre”. Debido a esto, estuvo hospitalizada durante cinco semanas, dos de las cuales permaneció en una unidad de cuidados intensivos.
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Agregó que el dolor en sus nervios fue tan intenso que ni siquiera las constantes dosis de potentes analgésicos podían aliviar el malestar que se agudizaba de manera repentina.
Al ser dada de alta, la mujer quedó postrada en cama durante otras tres semanas y mantuvo el consumo de opioides para el dolor durante un año más. “El resultado es que tengo la suerte de tener todavía mi pierna izquierda... El dolor se desvaneció con el tiempo y ahora se siente como si mi pierna 'se durmiera' y ya me acostumbré”, declara Anderson.
Como parte de las secuelas, la canadiense no puede caminar correctamente con la pierna izquierda, por lo cual debe hacerlo en las puntas del pie, como si tuviera puestos unos tacones.
Avergonzada, admite que no había compartido la historia por miedo a las opiniones que podrían juzgarla por su condición pasada de copas al momento del accidente. Sin embargo, tomó fuerza para contarlo, ya que se dio cuenta de que es una situación que podría pasarle a cualquiera.
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“¡Nunca te desmayes realmente borracho! ¡'Dormir todo' es peligroso! ¡Toma algo de comida y agua y trata de recuperar la sobriedad antes de acostarte!”, advirtió la mujer.