El prelado aseguró que no hay pruebas de lo que se le acusa y que, por tanto, deja el cargo con la frente muy en alto.
Ezzati, de 77 años, el máximo representante de la iglesia en Chile, presentó su dimisión en mayo de 2018 igual que todos los obispos chilenos, un total de 34, tras las revelaciones de varios escándalos de pederastia en el país. Hasta ahora el papa había aceptado siete de esas dimisiones.
"No basta con que a uno le digan que es encubridor, hay que probarlo y yo estoy con la frente muy en alto", dijo Ezzati, en una declaración a la prensa horas después de que se conociera la decisión del Vaticano
El viernes, un tribunal de apelación de Santiago rechazó la demanda de Ezzati de archivar una demanda en su contra por no haber denunciado abusos sexuales a menores cometidos por tres curas, uno de los cuales era su mano derecha, en la ciudad de Rancagua, al sur de Santiago.
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En octubre, el arzobispo fue convocado por el fiscal del caso, pero guardó silencio, aunque prometió su colaboración a la prensa. El cardenal "nunca escondió nada ni destruyó pruebas", dijo su abogado.
"Es una decisión tardía. Esto debería haber sucedido un año atrás", dijo por su parte a la AFP Jaime Concha, una de las víctimas de los cientos de casos de pederastia denunciados en los últimos años en Chile.
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Concha, víctima de abusos durante su niñez en un colegio de los Hermanos Maristas, aseguró que "si bien se avanza con Ezzati fuera, es insuficiente" para cumplir la promesa de Francisco de aplicar "tolerancia cero" ante los delitos sexuales cometidos por religiosos.
Ezzati, de origen italiano y que obtuvo la nacionalidad chilena en 2006, fue nombrado obispo en 1996 por Juan Pablo II. Desde 2010 era arzobispo de Santiago y el papa Francisco lo convirtió en cardenal en 2014.
En enero, una comisión parlamentaria votó por unanimidad retirarle la nacionalidad chilena, una decisión que todavía tiene que ser ratificada por las dos cámaras del parlamento.
Este sábado el Vaticano anunció que el papa había aceptado su dimisión y nombrado a Celestino Aós Braco, hasta ahora obispo de Copiapó, como administrador apostólico de la sede vacante del arquidiócesis de Santiago.
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Decisiones contrastadas
La decisión de aceptar la dimisión de Ezzati contrasta con el rechazo el lunes del papa de aceptar la dimisión de otro cardenal, el francés Philippe Barbarin, condenado a seis meses de prisión condicional también por no haber denunciado los abusos que cometía un cura.
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En octubre de 2018 Francisco sí acepto en cambio la dimisión del cardenal estadounidense Donald Wuerl, arzobispo de Washington, sospechoso de haber ocultado un caso de agresiones sexuales en Pensilvania (noreste).
El Vaticano justificó su decisión en el caso Barbarin por la presunción de inocencia. El cardenal francés apeló su condena y decidió "retirarse" del cargo.
Según los vaticanistas, la diferencia entre los casos se explica porque en el caso francés los hechos eran anteriores a la llegada de Barbarin y el papa quiso probablemente evitar crear un precedente.
La Iglesia católica está inmersa en plena tormenta por las sucesivas revelaciones cada vez más importantes de agresiones sexuales a menores cometidas por curas y religiosos durante décadas, en muchos casos ocultadas por su jerarquía.
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Recientemente el cardenal australiano George Pell, número 3 del Vaticano, fue condenado a seis años de prisión por agresiones sexuales contra menores.
En Chile, uno de los países más afectados por la pederastia en la Iglesia, la justicia tiene abiertos 158 casos, con 219 personas investigadas y 241 víctimas, de las cuales 123 eran menores de edad en el momento de los hechos.
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Francisco efectuó una polémica visita a Chile en enero de 2018 pero en abril de ese año mandó una carta a los obispos chilenos en forma de mea culpa en la que reconocía "errores de apreciación" sobre el escándalo en la iglesia del país.