Francia endureció los controles en la frontera para intentar evitar un nuevo confinamiento, mientras la pandemia del coronavirus COVID-19 avanza en casi todo el mundo y las medidas restrictivas generan protestas en Brasil, Dinamarca y España.
La pandemia ha provocado más de dos millones muertos en el mundo desde la aparición del virus en China el pasado mes de diciembre de 2019.
En Europa, que encabeza la lista de regiones más enlutadas con cerca de 700.000 fallecidos, Francia siguió los pasos de Bélgica y reforzó los controles fronterizos con sus vecinos, preocupada por la llegada de la cepa británica.
A partir de ahora, los viajeros procedentes de la Unión Europea, UE, deberán presentar una prueba tipo PCR con resultado negativo, una medida que ya se aplicaba para los turistas del resto de países desde mediados de enero.
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El objetivo de esta medida, junto al toque de queda vigente , es intentar frenar la propagación del virus, pero el ministro de Sanidad, Olivier Véran, ya advirtió que podrían recrudecer las restricciones.
"Si las variantes empiezan a propagarse por todos lados", el gobierno "adoptará medidas adicionales" y "esto se llama confinamiento", advirtió Véran en declaraciones al diario Le Parisien.
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Entretanto, en el viejo continente sigue el descontento por el retraso anunciado en las entregas de las dosis de la vacuna contra el coronavirus por parte de la farmacéutica AstraZeneca y del laboratorio estadounidense Pfizer.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, pidió "transparencia" a las farmacéuticas.
Alemania, golpeada de lleno por la actual ola, se convertirá la próxima semana en el primer país de la UE en utilizar el tratamiento experimental a base de anticuerpos, que se administró al expresidente Donald Trump.
Según el ministro de Sanidad, Jens Spahn, su "gobierno compró 200.000 dosis por 400 millones de euros" (485 millones de dólares), es decir 2.000 euros (2.435 dólares) por dosis.