En 14 días de guerra, la ONU estima que 474 civiles ucranianos han muerto, entre ellos 29 niños, en el despiadado conflicto que tiene a pacientes y doctores batallando contra la muerte en condiciones apocalípticas.
"Hemos operado a cuatro niños con heridas de metralla o heridas de bala. Lamentablemente una niña murió ayer”, dice Oleksandr Dikhnovskiy, jefe del centro de neurocirugía pediátrica.
“Así es como trabajamos todos los días, realizando cirugías bajo bombardeo”, manifiesta una enfermera.
Una cruda realidad que ha retratado la primera dama, Olena Zelenska, en su cuenta de Instagram: un refugio antiaéreo es ahora el lugar donde atienden a los pacientes jóvenes con los casos más complicados del país.
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"Cierren los cielos para que no mueran más niños", es la súplica que también ha extendido Zelenska a los miembros de la OTAN en medio del dolor que crece y se ahonda en todo el país.
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Luto es lo que se respira en Leópolis, donde familias enteras despidieron a parte de los soldados caídos en la invasión rusa.
En Yítomir, en el noroccidente de la nación, rescatistas buscan a posibles sobrevivientes de un bombardeo en un edificio de dormitorios universitarios.
Y Járkov hay un escenario de desolación que dejó la última ronda de ataques.
Entre tanto, el organismo internacional de energía atómica dio un parte de tranquilidad sobre la desconexión eléctrica de la planta de Chernóbil, controlada por tropas rusas: no hay gran impacto sobre la seguridad del lugar.