El estado de Chihuahua, en el norte de México, se enfrenta a una grave sequía que ha agotado sus reservas de agua, lo que plantea importantes riesgos para los sectores agrícola y ganadero de la región.
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En Guerrero, un municipio conocido por producir manzanas, cereales y cultivos forrajeros, la presa Abraham González opera a solo el 19% de su capacidad. Con una fina capa de agua fangosa que cubre la presa, su lecho seco se agrieta bajo el sol abrasador.
La sequía se extiende por todo Chihuahua, el estado más grande de México, y abarca desiertos y tierras agrícolas fértiles que dependen del agua de lluvia almacenada.
Ruegan por lluvias
En el municipio de Julimes, los pastores de ganado conducen a sus vacas a través de extensas llanuras en busca de pasto para alimentarse. Las vacas parecen frágiles y desnutridas mientras atraviesan el paisaje árido.
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Algunos agricultores se han visto obligados a vender su ganado debido a la insuficiente disponibilidad de agua y pastos. En las granjas también se pueden ver cadáveres de vacas.
Según datos del gobierno, casi el 90% de México está experimentando algún tipo de sequía, lo que representa la tasa más alta desde 2011. El estado de Chihuahua se ha visto particularmente afectado, y la mayor parte de su territorio sufre los niveles más severos de sequía.
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