La voz angustiada de su mamá saca a Maksym de su aislamiento. Lo siembra de un tajo en la cruel realidad e intenta consolarla, en medio del drama que viven para huir de Ucrania ante lainvasión de Rusia .
“Todo está bien. Todo está bien allá”, le dice con cariño, pero también con miedo, como si quisiera convertir en realidad su deseo. Es la única vez que se le oye hablar.
El resto del tiempo escucha con impotencia y con bondad, mientras su madre, llamada Olena, cuenta que, en el 2014, cuando los rusos llegaron a la región de Donbás, ella tuvo que abandonar.
“Iniciamos una nueva vida, pero hay guerra otra vez”, dijo Olena, quien es una refugiada ucraniana.
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Ahora, empacó algunas cosas y se fue con su niño hacia Polonia. Quiere evitarle, cuanto pueda, los traumas de la guerra.
“Él es consciente. Tiene autismo, pero lo entiende todo, está muy preocupado, mucho”, asegura la angustiada mujer.
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Viajaron 24 horas en un tren abarrotado con 3.000 personas. Tal vez estarán seguros, pero no están completos.
"Mi esposo está allí ahora sin dinero, nada funciona allí. No hay comida, no hay medicinas", afirma.
Como tantos otros hombres, él se quedó allá, en las regiones separatistas, para defender a Ucrania.
“No tengo nada, nadie, ni amigos aquí. Una familia me albergará. Son de ucrania, han estado viviendo aquí durante 3 años. Respondieron a través de Facebook. Ahora voy a ellos, me quedaré allí y luego tendremos que hacer algo”, manifiesta Olena, en medio de llanto.
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Las lágrimas de Olena mortifican a Maksym, quien lo único que puede hacer para ayudarla es abrazarla y amarla.