El homicidio de Jessica, una niña de 3 años, ha sacudido a Portugal, luego de que la investigación apuntara a que la pequeña fue víctima de secuestro y tortura por una deuda de 400 euros de su mamá por "servicios de brujería".
La menor de edad ingresó a un hospital de Setúbal -a unos 50 kilómetros de Lisboa- con parada cardiaca en estado grave y los médicos no lograron salvarla.
La autopsia reveló signos de tortura -con hematomas visibles por todo el cuerpo y cabellos arrancados- y la Policía detuvo a tres personas: una mujer de 50 años, su esposo, de 52, y la hija de ambos, de 27.
La pareja está acusada de homicidio calificado y su hija de denegación de auxilio por no denunciar ni avisar a urgencias.
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Las primeras investigaciones, según el Correio da Manha, revelan que la madre de Jessica habría acudido a una mujer identificada como Ana Cristina para que le hiciera un "trabajo de brujería" con el que mantuviera su relación con el padrastro de la menor.
Sin embargo, la progenitora adquirió una deuda de 400 euros, razón por la que presuntamente se dio el secuestro de la pequeña, retenida por sus captores durante cinco días y golpeada hasta entrar en un cuadro agónico.
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La Policía investiga también a la madre de la Jessica que, según medios locales, durante el secuestro dijo que su hija se encontraba en una colonia de vacaciones para evitar que los servicios sociales le retiraran la custodia.
La situación de la niña ya había sido investigada por la Comisión de Protección de Niños y Jóvenes lusa que, sin embargo, archivó el caso a principios de junio por considerar que estaba protegida en el seno familiar.
Abogados, funcionarios y expertos reflexionan en Portugal sobre los errores en cadena que terminaron con la muerte de Jessica.
"Es algo que choca a todos" y obliga a "investigar los fallos en el sistema para que puedan ser corregidos", admitió la ministra de Presidencia, Mariana Vieira da Silva, número dos del Gobierno portugués.
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