Phoenix Nightingale es una joven madre de 32 años que teme perder la vida en cualquier momento. Debido a que desarrolló una grave enfermedad, debe evitar a toda costa el consumir ajo, pues tiene una condición conocida como la enfermedad del vampiro.
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Phoenix padece porfiria, “un grupo de trastornos poco frecuentes que se originan por una acumulación en el cuerpo de unas sustancias químicas naturales llamadas porfirinas”, las cuales “son necesarias para producir hemo, parte de la hemoglobina, una proteína de los glóbulos rojos” que transporta el oxígeno a los órganos, de acuerdo con información de Mayo Clinic.
El medio The Sun explicó que esta joven madre podría sufrir un “ataque potencialmente fatal si llega a comer demasiado allium, que contiene azufre”.
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¿Qué pasa si come mucho ajo?
Puede llegar a padecer fuertes dolores de cabeza, múltiples vómitos, cambios en la presión arterial, debilidad muscular, parálisis, alucinaciones, convulsiones, aumento del ritmo cardíaco y estreñimiento durante tres días consecutivos.
Cuando padece un ataque, su sistema inmunológico colapsa y hace que su cuerpo entre en shock.
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Indicó que “los ataques ocurren cuando el cuerpo alcanza una carga tóxica lo suficientemente grande como para provocar un colapso. Un ataque duró 40 horas. No paraba de vomitar, perder el conocimiento, gritar y llorar”.
Añadió que “vomito 60 veces en dos días. Puedo dejar de respirar y eso puede causar parálisis. Casi muero. Diferentes alimentos y cosas que quiero pueden provocarme un ataque”.
Las veces que su cuerpo ha colapsado es porque, en ocasiones “puede haber una acumulación, por lo que si consumo pequeñas cantidades de un determinado alimento durante varios días, los síntomas pueden comenzar una o dos semanas antes de un ataque o pueden surgir de la nada”.
¿Por qué se conoce la porfiria como la enfermedad de los vampiros?
El profesor adjunto del Departamento de Pediatría de la Queen's University Michael Hefferon explicó que algunos pacientes pueden llegar a padecer sensibilidad a la luz, presentar orina roja oscura, aversión al ajo y retracción de las encías que “hace que los dientes parezcan colmillos”.
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Phoenix indicó que “el conde Drácula lo tenía (la enfermedad). Proviene de la leyenda de que tenían que evitar el ajo, mantenerse alejados del sol, verse pálidos y tener los dientes retraídos. Los efectos secundarios neurológicos pueden hacer que las personas piensen que quienes padecen esta afección deben haber sido monstruos o estaban poseídos”.
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