Hace tres años, Jean Bailey comenzó a dar clases de gimnasia, cuatro veces por semana, a sus compañeros de residencia en el hogar geriátrico Elk Ridge Village Senior Living, en Omaha, Estados Unidos. Sus lecciones, que tienen una duración de 30 minutos, se componen de una variedad de ejercicios de estiramiento y fortalecimiento, y siempre empiezan con una oración.
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El hogar geriátrico donde vive la profesora de 102 años se caracteriza por la cantidad de actividades físicas en las que los residentes pueden inscribirse, incluidas las clases de Bailey, donde se realizan estiramientos para la parte superior e inferior del cuerpo, con diferentes movimientos de pies y manos.
El salón de clase ha trascendido el objetivo de solo mantenerse en forma y llevar un estilo de vida saludable para convertirse en un espacio que adicionalmente ofrece cercanía y una oportunidad para compartir con los amigos del geriátrico. Al terminar las clases o cuando hay algún motivo especial como el cumpleaños de algún compañero, Bailey suele ofrecer comida a los alumnos.
Jean Bailey, que lleva internada 14 años en el Elk Ridge junto a otras 145 personas aproximadamente, le contó a The Washington Post que su iniciativa nació al comienzo de la pandemia de coronavirus, en 2020, cuando todos tuvieron que ser encerrados. En ese momento, la mujer invitó a todos los vecinos del hogar a que sacaran las sillas al pasillo y se unieran para realizar ejercicios con ella.
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Aunque la intención era únicamente mantenerse activa y motivar a sus compañeros, los residentes tuvieron una acogida tan positiva por la dinámica que le pedían tener una clase tras otra, fortaleciendo lazos entre ellos. "Nos hicimos muy buenos amigos en nuestro piso", aseguró.
Según Bailey, las claves para su longevidad fue mantener una dieta saludable y actividad física regular: “Creo que es el hecho de que Dios no está listo para mí. Tengo que mantenerme ocupada. No creo que sea suficiente sentarse y ver la televisión", contó.
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Su grupo de alumnos generalmente está compuesto por las mismas diez compañeras de piso que suelen ser muy disciplinadas con la práctica, asistiendo los lunes, miércoles, jueves y sábados a la lección que por ahora Bailey no tiene pensado frenar. “Cuándo sea vieja me detendré”, declaró.