Miles de migrantes que ingresaron a pie a Guatemala , en su viaje desde Honduras hacia Estados Unidos , fueron frenados este domingo por la policía que les lanzó gas lacrimógeno y por militares que aporrearon con palos a quienes insistían en avanzar a empujones.
Los migrantes fueron cercados en una carretera del poblado de Vado Hondo, en el departamento de Chiquimula, frontera con Honduras . Según cifras oficiales, hasta este lugar han llegado al menos 6.000 de las 9.000 personas que se estima ingresaron a Guatemala.
"Esto es demasiado (la actitud de la policía). Venimos de forma humilde. No estamos haciendo mal a nadie", dijo la hondureña Marisol Domínguez, de 35 años. La mujer viaja con su esposo, huyendo de la crítica situación económica en su país, agravada por el paso desastroso de los huracanes Eta e Iota en noviembre.
"No nos vamos a mover ni a darnos por vencidos. No es posible volver a Honduras a lo mismo", sentenció Domínguez, quien dejó en su país a cargo de familiares a cinco hijos de entre 2 y 13 años.
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Desde la noche del sábado, los migrantes están varados en este punto estratégico a menos de 50 km de la frontera, pues es difícil continuar el rumbo por otro lado ante la accidentada geografía del lugar.
El cerco de Giammattei
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La orden de los uniformados es evitar el paso ante el riesgo de contagios de covid-19, según un acuerdo del presidente Alejandro Giammattei, que faculta el uso de la fuerza para contener el éxodo.
"No somos delincuentes. No entiendo por qué nos están tratando mal", agregó Carlos, de 26 años, originario de San Antonio de Cortés y quien viaja con su esposa y dos pequeñas hijas.
Luego del altercado, el grupo retrocedió unos pocos metros y aguarda en el camino por un nuevo intento de pasar pese a la gresca que dejó a varios lesionados. A diferencia del viernes, cuando la policía iba desarmada y no contuvo el ingreso de la caravana por el paso fronterizo de El Florido debido la presencia de niños, en esta ocasión un grupo portaba armas de fuego.
Los hondureños aseguran que buscan escapar de la pobreza, la violencia, el desempleo, falta de educación y salud, lo que se agravó también por la pandemia del COVID-19.
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La caravana además está alentada por la esperanza de una posible flexibilización de las políticas migratorias en Estados Unidos, cuando el presidente electo, Joe Biden, asuma el próximo 20 de enero, una ilusión compleja.
"No pierdan su tiempo y dinero y no arriesguen su seguridad y salud. Es un viaje mortal", precisó el comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP), Mark A. Morgan.
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"No tienen corazón"
Dixón Vázquez, de 29 años, hondureño originario de La Lima Cortés, suplicó a las autoridades guatemaltecas que los dejen seguir.
"No tienen corazón, estamos arriesgando la vida, no hay trabajo en Honduras", comentó.
El joven se va de Honduras, pero aún la lleva puesta en la piel. Viste la camiseta del Olimpia, un popular equipo de su país. Cuenta que el agro se quedó sin trabajo porque los campos de banano se perdieron con los huracanes.
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En tanto, los jóvenes esposos Víctor Clemente, de 19 años, y Gisela Orellana, de 16, decidieron dejar San Pedro Sula, en el norte de Honduras, porque la mitad de esa región quedó afectada por las tormentas y la pandemia.
Con apenas seis meses casados, la pareja quiere llegar "al norte" (Estados Unidos), porque "no tienen nada que hacer" en su tierra natal, mencionó Víctor.
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Pandillas "infiltradas"
El director general de Migración guatemalteca, Guillermo Díaz, en un video divulgado por la entidad declaró que los migrantes no pasarán. Quien quiera hacerlo debe realizar un cruce legal, con documentos y presentar una prueba negativa de coronavirus.
Aseguró que, tras los incidentes en Vado Hondo, los servicios de "inteligencia" institucional, detectaron que en el grupo marchan "infiltrados elementos de maras (pandillas) de Honduras y de crimen organizado".
Hasta ahora cerca de 1.383 personas de la caravana han sido devueltas a Honduras, entre ellas 192 niños.
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La mayoría del grupo partió la madrugada del viernes desde la estación de buses de San Pedro Sula, habitual lugar de salida de las caravanas de migrantes rumbo a Estados Unidos con miles de personas desde octubre de 2018, aunque muchas han fracasado por la intensificación de los controles.
Si esta caravana logra recorrer 450 o 664 km por Guatemala, según el trayecto que elijan, intentará entrar por el paso fronterizo de Tecún Umán (suroeste) a México, que ya blindó su frontera.
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