Miles de tarros de miel fueron bendecidos en una liturgia ortodoxa realizada en una iglesia de la ciudad búlgara de Blagoevgrad. Creen, sin evidencia científica alguna, que son una cura contra todas las enfermedades, incluido el COVID-19.
En esa tradición, nacida hace 15 años en ese templo, los creyentes sitúan en forma de cruz los envases del dulce y sobre él ponen velas en un ritual de cánticos y rezos para consagrar el alimento.
La creencia en las propiedades curativas de la miel se basa en la vida del santo ortodoxo Caralampio, que la usaba para curar sus heridas.
El 10 de febrero, fecha de su fallecimiento, es también el día de los apicultores en Bulgaria.
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"Después del rito, la miel se lleva a casa y hay que consumirla cada día, porque la miel es un milagro de la naturaleza y un remedio para cualquier dolencia", relató a la televisión estatal Adelina Stefanova, comisaria del museo religioso anexo a la iglesia.
Según ese medio, los peregrinos locales indicaron que este rito es particularmente seguido ahora en medio de pandemia del COVID-19 y que este año hay mayor demanda de miel "santificada".
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En Bulgaria, de unos siete millones de habitantes, casi diez mil personas han muerto por el coronavirus y el país se encuentra a la cola de la Unión Europea en vacunación, con menos del 1% de la población inmunizada.
Además de problemas de suministro, porque Bulgaria apostó por la vacuna de AstraZeneca, las autoridades sanitarias hacen frente a la resistencia de casi la mitad de la población a inmunizarse, porque proliferan diferentes teorías que cuestionan la peligrosidad del virus.
Esta mezcla de escepticismo sobre la pandemia, la desconfianza en las vacunas COVID-19 y la falta de previsión hacen que el país balcánico corra ahora riesgo de ser el último en salir de la pandemia.
Los ritos ortodoxos ya levantaron polémica a principios de enero, cuando se celebraron las tradicionales ceremonias de la epifanía sin respetar medidas básicas de prevención contra los contagios.
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En esas ceremonias, en las que se conmemora el bautismo de Jesucristo, hay jóvenes que se sumergen en las aguas helada de ríos y lagos para recuperar crucifijos arrojados por sacerdotes.