Desde que inició la pandemia por coronavirus COVID-19 en el mundo, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump , candidato a un nuevo periodo, minimizó los posibles riesgos. Hoy ese país lamenta la pérdida de 231 mil vidas por la enfermedad.
“Esto pasará a la historia como una profunda falla de nuestro gobierno nacional”, dijo en abril el gobernador de Illinois, Jay Robert Pritzker.
La falta de liderazgo y de lineamientos claros dejó a cada estado a su suerte. Por ejemplo, a la fecha, La Florida, determinante en las elecciones, es el cuarto estado con mayor número de muertos, con 16 mil.
En Pensilvania, con una alta proporción de adultos mayores, suma cerca de 9 mil fallecimientos.
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El 21 de febrero se registró la primera muerte por COVID en Estados Unidos. A pesar de las múltiples advertencias de científicos y políticos sobre la posibilidad de que el virus se propagara por todo el país, y la escasez de recursos para hacerle frente a la crisis, el presidente Trump continuó negando la situación.
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“Está haciendo esto por razones políticas, para cambiar las direcciones de su propia respuesta a la información que comenzó en enero y que fue un sello distintivo de su falta de respuesta”, manifestó en abril el epidemiólogo David Goldsmith.
Cierre tardío de fronteras, culpar a China (y otros) de la situación, el retiro de la OMS, negar responsabilidades, hacer reuniones sin medidas de protección y declaraciones desafortunadas sobre el uso de medicamentos no probados contra el COVID y desinfectantes -que causaron miles de intoxicaciones- hacen parte del nefasto historial de Trump.
Todo esto en contra de las recomendaciones y advertencias de uno de los científicos más respetados en el mundo, el doctor Anthony Fauci, médico inmunólogo y quien ha dirigido durante 36 años el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de EE. UU.
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Trump ha amenazado en múltiples ocasiones con despedirlo e incluso lo ha llamado "idiota".
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El actual presidente de Estados Unidos ha politizado una situación de salud pública asegurando que antes de las elecciones habría vacuna , prometiendo tratamientos sin evidencia o diciendo que limitar la inmigración sería una forma de controlar la pandemia.
Recientemente el anuncio de que él y su esposa Melania se habían contagiado no fue la excepción para enviar mensajes equivocados: apariciones sin tapabocas , no se cumplió el aislamiento y un tratamiento experimental que costó más de 400 millones de pesos, lejano de lo que cualquier norteamericano podría costear, hacen que el balance, por lo menos de la gestión COVID, no esté a su favor.