Muerte de Mario Vargas Llosa: el legado y la vida política del nobel que narró a Latinoamérica
Vivió la Revolución Cubana como esperanza para América Latina, pero se desilusionó. Sus posiciones políticas le trajeron aliados y contradictores, incluso cuando fue candidato a la presidencia de Perú.
Mario Vargas Llosa fue candidato a la presidencia de Perú en 1990 -
Como les ocurrió a muchos escritores del Boom latinoamericano, Mario Vargas Llosa
también vivió la Revolución Cubana y la caída de la larga dictadura de Batista como una esperanza para América Latina. “Ahí vimos en la Revolución Cubana la trayectoria heroica de los barbudos en la Sierra Maestra, algo que creo todos buscábamos: un socialismo que sería no sectario, no dogmático, sino abierto, que permitiría en su seno la controversia”, mencionó el escritor. (Lea también: El día que Mario Vargas Llosa le dio un puñetazo a Gabriel García Márquez: ¿por qué sucedió?)
Sin embargo, pronto le llegó la desilusión cuando un poeta de la isla de Cuba fue declarado enemigo de la Revolución. Mario Vargas Llosa lo contó en la Feria del Libro de Bogotá (Filbo) hace ya muchos años: “Heberto Padilla era un poeta muy destacado, tanto que dejó de escribir para dedicarse a la Revolución”.
Heberto Padilla y su compañera Belkis Cuza Malé fueron arrestados a principios de 1971. “Comenzó a hacer unas críticas muy suaves a la política cultural de la Revolución y esto generó una movilización contra él muy fuerte en toda la prensa. Finalmente, fue detenido y quienes conocíamos a Padilla pues sabíamos que él era un revolucionario completamente entregado a la causa de la Revolución y que era absurdo que lo acusaran de ser agente de la CIA”, narró el escritor peruano en la Filbo.
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Posiciones políticas de Vargas Llosa
La posición de Vargas Llosa frente a ese episodio quedó consignada en una carta que le envió en mayo de 1971 a Carlos Fuentes, pocos días después del arresto de sus amigos. La misiva hace parte de Las cartas del Boom, un libro publicado 06:28 recientemente por Editorial Alfaguara. “Lo que ha ocurrido, lo que está ocurriendo, es sencillamente escandaloso, una copia mala e inútil de las peores mascaradas estalinistas”, dice una de las cartas.
Vargas Llosa se refiere, incluso, a un viaje a la isla donde habló con ellos antes de la detención: “Si no hubiera oído a Padilla hablar tan claro y tajante sobre la situación cubana -la crisis económica atroz el poder creciente de los organismos de seguridad y de las fuerzas armadas, los síntomas de descontento en la ciudad y en el campo, el aumento de la represión- quizá me habría tragado la pantomima de las autocríticas, aunque lo dudo”.
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El hecho provocó una dura carta de muchos intelectuales rechazando lo que le pasaba a Padilla. “Y eso al final produjo una ruptura de muchos intelectuales, entre ellos yo, con la con la Revolución Cubana”, explicó el escritor peruano en la Filbo.
Mario Vargas Llosa.
OSCAR GONZALEZ/NurPhoto via AFP
De la esperanza por la revolución en su juventud, el peruano saltó a la incertidumbre y después abrigó el liberalismo como postura política. Bajo ese aliento ideológico, quiso ser presidente de su país, pero no le alcanzaron los votos.
El agrio sabor que le dejó la revolución cubana le sumó muchas críticas hacia modelos socialistas: “Creo que en la historia de América Latina jamás hemos tenido un país que se destruyera a la veracidad que se ha destruido Venezuela. ¿Quién, que tenga dos dedos de frente, puede pensar que el modelo venezolano podría salvarnos del subdesarrollo, atraer justicia a nuestras tierras, progreso, modernidad y civilización? Es clarísimo que ese no es el camino del paraíso; ese es el camino del infierno”.
"A Vargas Llosa hay que leerlo, no hay que oírlo”
En su autobiografía política e ideológica titulada La llamada de la tribu, Vargas Llosa rindió tributo a los pensadores que le ayudaron a situarse dentro del liberalismo. Para algunos críticos, sin embargo, Varga Llosa en esa obra se sitúa al otro extremo del espectro ideológico al defender a personajes de tendencia conservadora: “Aunque en cuestiones económicas y políticas, Ronald Reagan y Margaret Tahtcher tenían una inequívoca orientación liberal, en muchas cuestiones sociales y morales defendían posiciones conservadoras y hasta reaccionarias -ninguno de ellos hubiera aceptado el matrimonio homosexual, el aborto, la legalización de las drogas o la eutanasia, que a mí me parecían reformas legítimas y necesarias- y en eso, desde luego, yo discrepaba de ellos. Pero hechas las sumas y las restas, estoy convencido de que ambos prestaron un gran servicio a la cultura de la libertad Y, en todo caso, a mí me ayudaron a convertirme en un liberal”.
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La visión conservadora de Vargas Llosa le granjeó amigos y detractores. El mexicano Paco Ignacio Taibo II celebró su Nobel, pero recordó una frase de Mario Benedetti que decía: "A Vargas Llosa hay que leerlo, no hay que oírlo”.
Una vida dedicada a la escritura
Mario Vargas Llosa despega como novelista con una obra que retrata el mal sabor que le dejó su paso por una escuela militar, a donde lo envió su padre, quien lo abandonó de niño y ya más grandecito le quiso imponer el camino. El libro La ciudad y los perros es una denuncia del machismo y la violencia al interior de esos claustros académicos. “Pero no olvide tampoco que lo primero que se aprende en el ejército es hacer hombre. Los hombres fuman, se emborrachan, tiran contra, culean. Los cadetes saben que si son descubiertos se les expulsa. Y ya han salido varios. Los que no se dejan pescar son los vivos. Para hacerse hombres, hay que correr riesgos, hay que ser audaz. Eso es el ejército, Gamboa, no solo la disciplina”, dice un apartado del libro.
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A las experiencias personales, Vargas Llosa sumó una profunda formación académica en letras, derecho y filosofía, que le permitieron abrir su mirada al mundo y a Latinoamérica con sus conflictos. Para la muestra tres novelas: Conversación en la catedral es la historia de la represión bajo la dictadura de Manuel Arturo Odría entre 1948 y 1956; La guerra del fin del mundo es el relato de la sublevación campesina en Brasil a finales del siglo XIX, conocida como Guerra de los Canudos; La fiesta del chivo es la gran novela del dictador Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana y el plan que terminó en su asesinato.
Mario Vargas Llosa libro.s
AFP
“La historia latinoamericana es de una riqueza tal que cualquier novelista pues se siente tentado de ir a buscar ahí materiales para la fantasía”, dijo el escritor peruano.
Detrás de cada novela de Vargas Llosa se siente al narrador y al investigador, razones por las cuales en 2010 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. La academia le concedió el galardón por su cartografía de las estructuras del poder y sus incisivas imágenes de la resistencia individual la revuelta y la derrota.
Su discurso fue el de los amores, el amor por la democracia, el amor por la literatura, el amor por Perú, su país natal; por España, su país de adopción; y el amor por Patricia, su compañera de vida, con la que siempre terminó volviendo, a pesar de las seducciones del mundo.
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ALBERTO MEDINA LÓPEZ, SUBDIRECTOR DE NOTICIAS CARACOL
El puñetazo de Vargas Llosa a Gabriel García Márquez
Un puñetazo motivado por los celos quebró de un plumazo la sólida amistad que unía a Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez y partió en dos el grupo de escritores que formaban el conocido como boom latinoamericano, del que el peruano ha sido su último representante.
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Todo ocurrió el 12 de febrero de 1976 en el Palacio de Bellas Artes de México D.F., donde se estrenaba el documental 'Supervivientes de los Andes', un evento al que los dos escritores acudían acompañados por sus esposas.
García Márquez y Vargas Llosa se habían conocido en el aeropuerto de Caracas en agosto de 1967. Con solo 31 años, el peruano era ya un escritor aclamado por la crítica, mientras que el colombiano, con 40, había logrado por fin el éxito editorial con 'Cien años de soledad', publicada ese año en Buenos Aires.
Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez -
AFP
Se hicieron muy amigos, especialmente tras ser vecinos en Barcelona, lugar donde recalaron junto a otros miembros del boom, como Carlos Fuentes o José Donoso, todos bajo el cuidado de la agente literaria Carmen Balcells.
"Todos formaron un grupo, porque vivían juntos, salían con sus familias, tenían proyectos comunes y llegaron a idear revistas, a pesar de que no tenían una estética común", resaltó en una entrevista con EFE el periodista Xavi Ayén, autor del 'Aquellos años del boom', el ensayo más completo sobre aquel movimiento literario.
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Llegaron incluso a pergeñar el proyecto de escribir un relato cada uno sobre un dictador de su país y Vargas Llosa y Gabo hablaron de hacer una novela a cuatro manos sobre la guerra de Perú y Colombia.
García Márquez se instaló en el número 6 de la calle Caponata con vistas a un jardín que le recordaba su Colombia natal y a menos de 50 metros estaba su amigo Vargas Llosa, que alquiló por 16.500 pesetas mensuales el 3º 4ª del número 50 de la calle Ocio, aunque el bullicio le llevó a alquilar también el sobreático, que utilizaba de estudio.
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En estos dos domicilios, donde vivieron entre 1967 y 1975 (García Márquez) y entre 1970 y 1974 (Vargas Llosa), escribieron sus respectivas novelas 'El otoño del patriarca' y 'Pantaleón y las visitadoras'.
Pero el grupo de escritores dejó de vivir en Barcelona y empezaron las envidias por el mayor éxito que comenzaron a tener algunos de ellos o por el devenir de la revolución cubana, en opinión de Ayén.
Tras Barcelona, Vargas Llosa y García Márquez continuaron su amistad en París, aunque en la capital francesa ya comenzaron los roces porque Gabo y su mujer, Mercedes Barcha, mediaron en los problemas conyugales entre el colombiano y su esposa, Patricia.
Así lo recordó Rodrigo Moya, amigo de Gabo, en un artículo que publicó en 2007 sobre el incidente del puñetazo, que acompañó con una fotografía del Nobel colombiano con el ojo morado a causa del incidente. Es la única imagen que existe sobre el famoso puñetazo, realizada por Moya, fotógrafo mexicano de origen colombiano, que la tomó el 14 de febrero de 1976, dos días después del incidente, porque García Márquez quería tener "una constancia" de aquella agresión.
Así quedó Gabriel García Márquez tras el golpe de Mario Vargas Llosa -
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El fotógrafo le preguntó entonces al escritor qué había pasado y este fue "evasivo" y atribuyó la agresión a "las diferencias" que ya eran insalvables en la medida en que el autor peruano "se sumaba a ritmo acelerado al pensamiento de derecha".
Pero hay otras teorías sobre aquel puñetazo, ninguna confirmada porque los dos implicados decidieron mantener silencio sobre lo que pasó.
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La versión del periodista hispano-peruano Francisco "Paco" Igartua, la que mayor fuerza ha tomado con el paso del tiempo, se remite a un origen en discrepancias sentimentales entre Vargas Llosa y su mujer.
El británico Gerald Martin, en su biografía 'Gabriel García Márquez: una vida', da otra pista para desvelar el enigma: Vargas Llosa le dijo al colombiano: "esto es por lo que le dijiste a Patricia" o "esto es por lo que le hiciste a Patricia".
Y otro autor peruano, Jaime Bayly, escribió sobre la relación de los dos nobel en 'Los genios', un libro en el que relata que hubo una noche de 1975 en la barcelonesa discoteca Bocaccio en la que estuvieron Patricia Llosa -entonces separada de Mario Vargas Llosa-, García Márquez, la agente literaria Carmen Balcells y Jorge Edwards, donde "pasaron unas cosas que son el origen mismo del puñetazo".
Bayly novela lo que pudo ocurrir entre la mujer de Vargas Llosa y Gabo, aunque reconocía que no se sabe lo que pasó entre ellos. Pero sí afirmó en la presentación del libro en Madrid que "no es verosímil que le diera un puñetazo por un capricho o una arbitrariedad".
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El caso es que ese puñetazo rompió la amistad de los dos autores y fueron inútiles los esfuerzos de Carmen Balcells por que se reconciliaran. En 2017, en un curso de verano sobre 'Cien años de soledad', Vargas Llosa contestó con un rotundo "no" a la pregunta de si había vuelto a ver a Gabo desde el puñetazo.
Y cerró el tema de forma tajante: "Entramos en terrenos peligrosos. Es hora de poner fin a esta conversación".