México es el último país por el que transitan miles de migrantes
en su intento por cruzar la frontera y llegar a Estados Unidos para cumplir el sueño americano. Algunas personas se suben en La Bestia, el tren que los dejará más cerca de lograr el objetivo.
Migrantes de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y República Dominicana están en Ciudad Torreón, en el estado de Coahuila, México, esperando para subirse en La Bestia o, como también le llaman, el tren de los sueños rotos.
Ese tren tiene como destino Ciudad Juárez. Los migrantes, entre plegarias, se suben y esperan llegar sanos y salvos a su destino.
Mientras el tren avanza, algunos ciudadanos, de corazón enorme, entregan alimentos y botellas con agua a los migrantes.
Édinson, un migrante de Ecuador, contó que su papá lo abrazó antes de partir. También narró que teme que esa haya sido la última vez que ve a su progenitor, que tiene 80 años.
“Lo más duro es dejar a mi familia, dejar a mi país, a mis papás, que son mi ejemplo a seguir. Debo seguir adelante y cumplir mis sueños para apoyarlos en todo”, aseguró el migrante.
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A pesar del dolor de una triste despedida, ellos no pierden la esperanza de volver a ver a sus seres queridos cuando estén en Estados Unidos. Esperan llegar a ese país para ayudarlos económicamente.
“Lo primero que haré será comerme un plato de comida, porque tengo mucha hambre. También buscar empleo para empezar a ayudar a mi familia, a mi hijo, a mi mujer, a mi madre, mis hermanos”, dijo Daniel, migrante venezolano.
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Estas son las historias de los migrantes del mundo que sueñan con llegar a Estados Unidos y encontrar mejores oportunidades de vida.
Otro cruce de migrantes
Acandí, Chocó, es el último punto en el que miles de migrantes toman un respiro y recargan baterías antes de adentrarse en el Tapón del Darién . El panorama es crítico por cuenta de los menores de edad que, pese a que toman esa travesía como un juego, corren grave peligro.
Como si se tratara de un oasis en medio del desierto, una finca de Acandí se convirtió en el refugio transitorio para quienes buscan una vida mejor en Estados Unidos.
“Me demoré cinco días en Necoclí para conseguir un turno y poder llegar hasta aquí en Acandí. De verdad es muy difícil conseguir el dinero, pasajes, guías y arriesgarse a todos los peligros”, comentó Alexander Gonzáles, migrante.
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En esta finca, cientos de familias, algunas con pequeños en brazos, aprovechan para olvidar, al menos por un momento, la difícil situación que están viviendo.