El presunto autor del ataque con machete contra dos iglesias que causó la muerte de un sacristán en Algeciras (sur) no estaba "en el radar" por radicalización, aseguró el gobierno español, al tiempo que la justicia destacó el posible carácter "yihadista" de sus acciones.
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Además del sacristán fallecido, un sacerdote resultó herido en este ataque a dos iglesias cercanas y ubicadas en el centro de esta ciudad portuaria en el extremo sur de España, frente a las costas de Marruecos.
Arrestado inmediatamente tras los hechos, el sospechoso, un marroquí de 25 años, "nunca ha estado en el radar de ningún servicio nacional por radicalización" en España o en los países vecinos, indicó el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, desde Algeciras, donde afirmó que "no hay ninguna otra persona involucrada" en los hechos.
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Pese a que el ejecutivo del socialista Pedro Sánchez espera a que la investigación avance para determinar la motivación del ataque, Marlaska no descartó "que pueda ser de naturaleza terrorista", aunque subrayó que "todas las hipótesis siguen abiertas".
Sobre el sospechoso, que vivía cerca de las iglesias, pesaba "un expediente de expulsión por situación irregular" abierto en junio, según el gobierno.
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Las autoridades de Gibraltar, muy cerca de Algeciras, indicaron de su lado que el presunto agresor había sido expulsado en agosto de 2019, después de haber llegado al enclave británico ilegalmente en moto acuática.
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Recorrido mortal
Tras el ataque, la Audiencia Nacional, una instancia superior a cargo de casos complejos, abrió una investigación por presunto terrorismo.
En el documento que autoriza el registro del domicilio del sospechoso, consultado por AFP, el magistrado considera que el ataque cometido por Yassine Kanjaa podría estar relacionado con el "salafismo yihadista".
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El juez relata cómo el sospechoso "sujeta la catana con ambas manos y alzando la mirada al cielo y gritando unas palabras en árabe entre las que se escucha la palabra 'allah' le asesta una última estocada mortal" al sacristán. Asegura, igualmente, que tras su arresto "en reiteradas ocasiones profiere gritos de 'Allahu Akbar'" (Alá es el más grande).
Según el Ministerio del Interior, el joven marroquí, a quien podía verse con barba y sonriente en una foto tomada tras su arresto, entró pasadas las 19:00 horas del miércoles en "la iglesia de San Isidro de Algeciras, donde, armado con un machete, ha atacado al cura, dejándolo gravemente herido".
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"Posteriormente ha accedido a la iglesia de Nuestra Señora de la Palma en la que, tras causar diversos destrozos, ha atacado al sacristán", quien logró "salir de la iglesia pero ha sido alcanzado por el atacante en el exterior, donde le ha causado heridas mortales", según el ministerio.
Gravemente herido, el sacerdote fue operado la noche del miércoles y este jueves se encontraba "fuera de todo peligro" y esperando el alta, según informó su congregación religiosa.
Luto
El ataque conmocionó Algeciras, una ciudad de 120.000 habitantes donde conviven 129 nacionalidades, según las autoridades municipales.
Cientos de personas se concentraron al mediodía en la céntrica Plaza Alta, frente a la iglesia de Nuestra Señora de la Palma, alrededor del lugar donde fue asesinado el sacristán. Allí guardaron unos minutos de silencio mientras sonaban las campanas de la iglesia, todavía cerrada.
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En el punto donde se desplomó el sacristán Diego Valencia fueron colocados varios ramos de flores, cirios y una pequeña bandera de España.
José María Calvo se encontraba en las oficinas de la iglesia de La Palma cuando escuchó los gritos del atacante, que no pudo distinguir. Otros testigos "decían que estaba hablando de Alá", señaló a AFP.
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Quien no estaba aquella tarde en el templo era Juan José Marina, el párroco de la iglesia, que el miércoles estaba oficiando unas confirmaciones en otro lugar.
"Si yo estoy vivo, es porque Diego ha muerto. Mi sitio era ése", aseguró con la voz entrecortada.
Sin "demonizar a colectivos"
Tras los ataques se multiplicaron los llamados a la convivencia y a evitar buscar culpables.
César García Magán, secretario general de la Conferencia Episcopal Española, consideró que fueron "hechos condenables, injustificables, execrables", pero advirtió del "peligro de demonizar a colectivos".
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La Comisión Islámica de España, una de las principales organizaciones de musulmanes en el país, condenó "enérgicamente", en un comunicado, lo que calificó como una "abominable acción criminal asesina y desalmada", y expresó su "solidaridad" con sus "hermanos católicos".
Los últimos atentados yihadistas graves en España se remontan a agosto de 2017 y ocurrieron en Barcelona y la localidad balnearia de Cambrils, ambas en Cataluña. Aquellos ataques, reivindicados por el grupo Estado Islámico, dejaron 16 muertos y 140 heridos.
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