Desde 2014 en el Donbás no ha habido paz. El ejército ucraniano se ha enfrentado sin pausa con las fuerzas prorrusas, apoyadas militarmente por Moscú. El incumplimiento de los Acuerdos de Minsk en los que Ucrania se comprometió a otorgarle autonomía a esta región y Rusia a respetar la integridad territorial y la soberanía de Ucrania son el germen de la crisis. Aduciendo la protección de la población rusa en las provincias separatistas, empezó la invasión.
Moscú llamó a "desnazificar" al país, por el presunto genocidio que Ucrania ejercía contra ellos. Luego, los objetivos de Moscú se ampliaron e incluyeron la desmilitarización y la neutralidad de Ucrania. Demandas que soportó en la expansión de la OTAN hacia el este de Europa y la posibilidad de que Ucrania entrara en la alianza militar, lo que para Rusia representa un riesgo para su seguridad. De otro lado, Ucrania, ya tenía la experiencia de la anexión de Crimea por parte de Rusia, una potencia militar y nuclear con la que no es fácil compartir frontera y tanta historia.
Como trompetas del apocalipsis, las sirenas sobre la Plaza Maidán en Kiev anunciaron lo impensable. Ucrania está bajo ataque ruso. Por aire y tierra, las tropas invasoras atacaron por 3 flancos: por el este, el norte y el sur. Fuego que no ha dejado de azotar sus ciudades.
¿Qué controla Rusia hoy en suelo ucraniano?
Jersón fue la primera en caer bajo su dominio. Melitopol y Berdiansk también están en su poder. Y este jueves Moscú reivindicó su triunfo sobre Izium. Ninguna de las grandes ciudades han sido tomadas. La capital, Kiev, Chérnigov, Járcov, Odesa y Mariúpol están asediadas, recibiendo bombardeos y disparos de artillería, pero no han caído bajo control ruso. Sí lo están las centrales nucleares de Zaporiyia y de Chernóbil.
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Expectativa vs. Realidad
El ejército ruso no ha logrado el que parece ser su objetivo: tomar el poder e instalar un gobierno títere en Kiev. Lo que se suponía sería una ofensiva relámpago, se estrelló contra la inusitada fiereza de las fuerzas ucranianas compuestas por militares y voluntarios, y el liderazgo del presidente Volodimir Zelenski, convertido en símbolo de la resistencia y el nacionalismo ucraniano.
El profesor John Spencer, de la cátedra de Estudios de Guerra Urbana del Instituto de Guerra Moderna de West Pont, aseguró a Reuters:
"Fallaron en la inteligencia sobre la resistencia que enfrentarían. Rusia necesita que esto termine rápidamente, pero no ha podido y no creo que lo haga. A nivel político, las cosas empiezan a ir tan mal como en el campo militar".
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Y esto se nota en las protestas contra la guerra que domésticamente ha enfrentado el Kremlin. Miles de rusos han sido detenidos en esas manifestaciones que son aplastadas con el puño de hierro que se aprieta cada vez más.
Una guerra costosa
Según la OTAN, Rusia ha perdido entre 7.000 y 15.000 de sus hombres en la guerra, muchos más de los 1.300 que han admitido. Las pérdidas en equipamiento bélico no son menores, más de mil vehículos de guerra, decenas de aviones y helicópteros. De otro lado, las sanciones internacionales más rudas que se hayan visto, están dirigidas a asfixiar su economía. Según expertos, un peligroso cerco para una potencia nuclear que ya ha puesto sobre la mesa la amenaza de armas atómicas. Hay que darle a Putin una salida.
Spencer agrega:
Si llegara a caer Kiev, Rusia no tiene el poder para luchar contra una contrainsurgencia de base urbana. Él realmente no podría. Se necesitaría una inmensa fuerza no solo militar, sino también de seguridad, de vigilancia policiva día a día.
Geopolítica y economía sacudidas
"Más unidos que nunca", aseguró Biden sobre los países la OTAN que este jueves se reunieron en Bruselas para afinar la estrategia conjunta que sigue siendo de apoyo a Ucrania, pero de no intervención directa en la guerra. Lo mismo con la Unión Europea donde las diferencias internas parecen haberse dejado de lado en aras de un interés mayor: la protección de sus socios. La crisis está generando lo opuesto al deseo de Putin; está fortaleciendo las alianzas occidentales, dándoles un norte. Dentro de esos objetivos está reducir la dependencia de Europa sobre el gas ruso en dos tercios para finales de año, que se suma a la prohibición de Estados Unidos de importaciones rusas de energía. Sin duda, la guerra es un palo en la rueda de la recuperación económica después de la pandemia. Justo cuando el mundo volvió a dimensionar el valor de la vida, de los logros en el acceso a la salud y la educación en la era postguerra. Alemania, Francia, Suecia y Finlandia aumentan sus presupuestos en defensa. Dinero que dejará de ir en el desarrollo de los países.
Drama humano
Como en toda guerra, en este frente se presentan los efectos más devastadores. Según Naciones Unidas más de 3,6 millones de ucranianos han huido del país y otros 6,5 millones han sido desplazados dentro de Ucrania. Un éxodo histórico. La solidaridad del mundo se ha puesto a prueba. Países europeos y Estados Unidos han abierto las puertas a los refugiados y en algunos casos creado estatutos temporales de protección. Hoy, la estrategia rusa parece apuntar a los asedios urbanos, le apuesta al hambre y a la sed de los ciudadanos. Por ejemplo, en Mariúpol donde la ofensiva ha sido feroz, para forzar la rendición. Aún hay poder ofensivo letal, y un líder que no parece dispuesto a ceder.
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Entre tanto, las conversaciones entre Kiev y Moscú continúan, ahora a la sombra, tal vez buscando tener menos presión sobre la mesa. Mientras, el mundo espera que aún la sensatez tenga lugar en medio del conflicto.
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