Cuando Donald Trump pisó el despacho oval se estrenó con una seguidilla de ordenes ejecutivas, entre ellas un veto a siete países de mayoría musulmana.
Migrantes ilegales
Ha querido, además, cumplir con su promesa de campaña, la construcción del muro en la frontera con México para detener la migración.
“Estamos reestructurando la aplicación de la ley de inmigración a niveles que nuestro país nunca ha visto antes y luchando contra las bandas criminales, estamos diezmando a esos animales. Son animales. Lo que hacen es horrible, horrible (...) Es por eso que pedimos al Congreso que financie el muro fronterizo”, ha dicho.
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Y a cuatro años de esa promesa, con el anhelo de la reelección, dice que el muro está casi listo, aunque cifras oficiales de la oficina de aduanas y protección fronteriza muestran lo contrario: solo se han construido 56 kilómetros de barrera nueva, de los 819 kilómetros anunciados para finales de este año.
Tal vez la peor imagen para su mandato surgió con las separaciones familiares bajo la política de tolerancia cero, donde se procesaba y encarcelaba a los extranjeros que ingresaban ilegalmente a los Estados Unidos, además de quitarles a sus hijos para dejarlos en refugios al cuidado del departamento de salud.
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El llanto de los pequeños, muchos en condiciones paupérrimas y en medio de denuncias de abuso físico y sexual en los albergues o muertos por no contar con la atención médica adecuada, se convirtieron en una mancha difícil de ocultar.
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Theresa May, exprimera ministra del Reino Unido, dijo en su momento: “las imágenes de niños siendo detenidos en lo que parecen ser jaulas son profundamente perturbadoras. Esto está mal”.
Ese drama puso a Donald Trump contra la pared y se vio obligado a eliminar las separaciones.
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Injerencia rusa en campaña de Trump
Los primeros dos años de su gobierno estuvieron marcados por la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la supuesta interferencia rusa en las elecciones.
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“Todo fue un gran engaño, yo lo llamo la cacería de brujas”, expresó el presidente.
Un proceso que terminó en marzo de 2019 con un informe que concluía que no hubo evidencia de conspiración entre la campaña Trump y Rusia.
Luego vino el llamado Ucraniagate, un escándalo que lo convertiría en el primer presidente sometido a un juicio político en el siglo XXI y el tercero en la historia de su país.
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En septiembre de 2019, la Cámara de Representantes lo acusó de chantajear a Ucrania para que investigara a Joe Biden y a su hijo Hunter a cambio del desembolso de 400 millones de dólares en asistencia.
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Después de cinco meses de audiencias, fue absuelto en el Senado en febrero de 2020.
“Nuestros buenos republicanos en el senado votaron para rechazar el ridículo engaño del juicio político partidista y emitieron una absolución completa y absoluta”, dijo Trump tras conocer el fallo .
“Noticias falsas”
En todas estas batallas se recrudeció su confrontación contra los medios de comunicación, que inició desde la misma campaña. Se volvió común que el presidente desestimara informes de prensa desfavorables calificándolos como "noticias falsas".
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Como hizo con la publicación de sus declaraciones de impuestos hechas por el New York Times, que revelaron que solo pagó 750 dólares en 2016 y 2017 .
Twitter ha sido la plataforma para comunicar y lanzar sus dardos. Nunca antes declaraciones semioficiales se dieron a través de redes y ha llegado a trinar 200 veces en un día.
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Y si de récords se trata, la prensa y organizaciones independientes de verificación de hechos han contabilizado más de 16.000 afirmaciones del mandatario desde que asumió, en enero de 2017, que resultaron ser falsas o engañosas.
Convenios internacionales
Al comercio internacional le asestó un cimbronazo al revisar las políticas arancelarias, argumentando un déficit fiscal. Así terminó en una feroz guerra comercial con China que inició en marzo de 2018. El duelo de titanes ha impactado no solo las economías de ambos países, sino del mundo.
Bajo la política Primero América, ha cuestionado alianzas como la OTAN, ha disminuido la participación estadounidense en operaciones militares en el extranjero y ha excluido al país de compromisos como el acuerdo de París para reducir las emisiones de carbono, aludiendo que es un obstáculo para la economía.
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Es conocido su negacionismo del cambio climático, una de las criticas más fehacientes que se hace a su administración.
También le dio un portazo al acuerdo firmado en 2015 entre Irán y cinco potencias para limitar y vigilar las actividades nucleares de ese país, decisión que llevó a un escalamiento de tensiones con dicha nación que tuvieron su punto más álgido con el asesinato del funcionario de seguridad e inteligencia de más alto rango del régimen: Quesem Soleimani.
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Coronavirus
La economía, la bandera que lo mantenía en altos niveles de popularidad, no se salvó del embate de la pandemia del COVID-19 , cuyo manejo, dicen los expertos, es el verdadero talón de Aquiles del mandatario para un segundo periodo.
Su negativa a usar tapabocas, la presión a estados demócratas para reabrir la economía o la minimización de los efectos del coronavirus a pesar de haber salido en helicóptero rumbo a un hospital cuando dio positivo, se han convertido en algunas de las razones para que republicanos moderados e indecisos piensen en Joe Biden como una mejor opción. Además, retiró su apoyo a la OMS.
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