Noticias Caracol ha seguido de cerca la odisea de dos colombianos que, tras la invasión de Rusia a Ucrania, tuvieron que huir de Kiev. Andrés Lindarte y Julián Eduardo Tapias llevan dos días de penurias tratando de salir del país.
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Aunque Julián estaba en Leópolis, cerca de la frontera con Polonia, se quedó estancado un día debido a las interminables filas de autos intentando salir. Este viernes, 25 de febrero de 2022, logró llegar. El día anterior, estaba a una hora de la frontera con su esposa y su mascota.
“Hay una gran cantidad de carros parqueados. Hay personas que están dejando los carros y están caminando con sus maletas para irse a pie hasta la frontera a ver si intentan cruzar, ahorita por aquí me encontré con dos señoras de Polonia que también quieren salir", dice Julián Tapias.
Hoy Julián y su familia lograron llegar a Polonia, en donde fueron recibidos por unos amigos.
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"Fue una odisea realmente. Casi 20 horas de esperar en el carro para pasar por la frontera, nos tocó pasar la noche en el cerro. Obviamente no dormimos, no comimos bien, sentimos la debilidad. Pero, gracias a Dios, estamos a salvo con unos amigos", explica.
El caso de Andrés es distinto. Estaba en Kiev y, aunque en principio quería salir por Polonia, tuvo que irse hacia el sur e intentar salir por la frontera con Moldavia, aún no lo ha logrado.
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Noticias Caracol habló con él el jueves en su travesía. Narró como escasea la gasolina y cómo los ciudadanos compran provisiones para emprender sus viajes.
"Estamos buscando la gasolinera, ese es el problema, que no encontramos ninguna que tenga gasolina en este momento. La gente se ve normal, están comprando lo que se necesita", explica Andrés Lindarte.
No quería salir de Kiev, dejó su apartamento, su vida. Hoy está cerca de la frontera, le quedan 6 horas de viaje y espera llegar este sábado a las 6:00 a. m., hora de Colombia.
“Son cosas que se pueden recuperar, lo más importante es estar bien, estar con vida, pero son cosas que tú compras con cierta emoción y cierta idea de compartirlas”, añade.
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El común denominador en ambos casos es que no saben qué van a hacer ni cuándo van a regresar. Por ahora, esperan que el país que los recibe les dé permisos de trabajo por unas semanas. Si no, regresarían a Colombia.