
La isla que ningún ser humano puede pisar está en Suramérica: es extremadamente peligrosa
Esta isla mide aproximadamente 43 hectáreas, pero entrar allí es una sentencia de muerte. El lugar alberga una especie en vía de extinción. ¿Dónde queda?

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Existen lugares que despiertan la curiosidad y el asombro de muchos, pero que, por diversas razones, están estrictamente prohibidos para el público . Estos sitios, a menudo envueltos en misterio y peligro, son inaccesibles para la mayoría de las personas, ya sea por razones de seguridad, conservación o protección de culturas indígenas. Uno de los ejemplos más conocidos es la isla Sentinel del Norte, ubicada en el océano Índico y perteneciente a la India.
Esta isla es hogar de una tribu indígena que ha rechazado cualquier tipo de contacto con el mundo exterior, respondiendo con violencia a cualquier intento de acercamiento. La protección de su modo de vida y la prevención de enfermedades externas son las principales razones por las que el acceso a esta isla está prohibido.
Otro lugar prohibido es la bóveda mundial de semillas de Svalbard, en Noruega. Esta instalación, construida para salvaguardar la diversidad de cultivos del mundo, está ubicada en una montaña ártica y solo es accesible para un grupo selecto de científicos y personal autorizado. La bóveda está diseñada para resistir desastres naturales y humanos, asegurando que las semillas almacenadas estén protegidas para futuras generaciones.
En el ámbito de la conservación, las cuevas de Lascaux en Francia son un ejemplo destacado. Estas cuevas, famosas por sus pinturas rupestres de más de 17.000 años de antigüedad, fueron cerradas al público en 1963 para evitar el deterioro causado por la humedad y el dióxido de carbono de los visitantes. Hoy en día, solo un pequeño grupo de científicos tiene acceso a ellas para estudiar y preservar estas valiosas obras de arte prehistórico.
En la costa del estado de São Paulo, Brasil, se encuentra una isla que ha ganado notoriedad mundial por ser uno de los lugares más peligrosos del planeta: la isla Queimada Grande, también conocida como la isla de las Cobras. Este pequeño territorio insular, de aproximadamente 43 hectáreas, es el hogar exclusivo de una de las serpientes más venenosas del mundo, la Bothrops insularis, comúnmente conocida como la víbora de la isla.
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La historia de la Isla Queimada Grande es tan fascinante como aterradora. Hace unos 11.000 años, el aumento del nivel del mar aisló a la isla del continente, creando un entorno único en el que las serpientes quedaron atrapadas sin depredadores naturales. Esta situación permitió que la población de víboras se multiplicara rápidamente, adaptándose a su nuevo hábitat y desarrollando un veneno extremadamente potente para cazar aves migratorias, su principal fuente de alimento.
El veneno de la bothrops insularis es tan poderoso que puede causar la muerte de un ser humano en menos de una hora. Este hecho, junto con la alta densidad de serpientes en la isla, ha llevado al gobierno brasileño a prohibir estrictamente el acceso a la isla para proteger tanto a las personas como a las serpientes. Solo un grupo selecto de científicos, con permisos especiales, puede visitar la isla para estudiar a estas criaturas venenosas y su ecosistema.
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La vegetación de la isla es variada, con áreas de selva tropical y zonas de roca desnuda y pastizales. Esta diversidad de hábitats proporciona un entorno adecuado para las serpientes, que se esconden entre la vegetación y las rocas en busca de sus presas. La isla también alberga un faro, construido en 1909, que fue automatizado en la década de 1920 debido a la peligrosidad del lugar.
A lo largo de los años, han surgido numerosas leyendas y relatos sobre la Isla Queimada Grande. Una de las historias más conocidas es la de un pescador que, buscando refugio en la isla durante una tormenta, fue encontrado muerto días después en su bote, cubierto de mordeduras de serpiente. Otra leyenda habla del último farero de la isla, quien supuestamente murió junto con su familia cuando un grupo de serpientes invadió su hogar.
A pesar de su peligrosidad, la isla Queimada Grande desempeña un papel crucial en la conservación de la bothrops insularis, una especie en peligro crítico de extinción. La prohibición de acceso a la isla ayuda a proteger a estas serpientes de la interferencia humana y garantiza que su hábitat permanezca intacto.