Enormemente carismático y aún más controvertido, Boris Johnson era conocido por su talento para escapar a las crisis políticas pero, acorralado por el Partido Conservador británico para que dimitiese como su líder, se quedó sin trucos.
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"He acordado con... el presidente de nuestro grupo parlamentario que el proceso de elección de un nuevo líder debe comenzar ya", afirmó Johnson al anunciar su dimisión como jefe de la formación, aunque permanecerá en el cargo de primer ministro hasta que se elija a su sucesor.
Cernido por los escándalos, en los últimos meses no había cesado de perder apoyos en el seno del partido.
En las últimas 36 horas dimitieron unos 60 miembros de su gobierno y algunos de sus más cercanos aliados le pidieron que dejase el poder, al que llegó triunfante en 2019 gracias a su promesa de llevar a cabo un Brexit que parecía imposible tras años de bloqueo.
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El político de la indisciplinada cabellera rubia, un experiodista de 58 años con un cierto aire de payaso, había logrado entonces contra todo pronóstico el mejor resultado electoral de los conservadores en 40 años.
Con esa aplastante mayoría, cuyo apoyo ha perdido ahora, cumplía el sueño de su vida: ser primer ministro británico, después de haber deseado siendo niño convertirse en "rey del mundo", según palabras de su hermana Rachel.
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Solo cree en sí mismo
Alexander Boris de Pfeffel Johnson nació en 1964 en Nueva York, en el seno de una familia de políticos, periodistas y celebridades mediáticas.
Uno de sus bisabuelos era turco y fue ministro del último Imperio Otomano. Algo que él siempre recuerda cuando se lo acusa de islamofobia, como cuando comparó a las mujeres vestidas con burka con buzones de correos, unas declaraciones que le valieron también acusaciones de misoginia.
"Lo único en lo que Boris Johnson cree es en Boris Johnson", aseguró a la AFP el exdirector general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) Pascal Lamy, que conoce a su familia desde que Boris era un muchacho y estudiaba en la Escuela Europea de Bruselas, donde su padre fue eurodiputado.
Algo que según algunos se demuestra con el inusual ejercicio que realizó para decidir su posición sobre el Brexit: columnista del diario conservador The Daily Telegraph, preparó un artículo anunciando que apoyaba la permanencia en la Unión Europea y otro afirmando lo contrario.
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Esto alimentó la impresión de que este gran admirador de Winston Churchill --sobre el que escribió una biografía-- basó su decisión en un cálculo político.
Mentiras e "integridad"
Siguiendo el recorrido clásico de las élites británicas, estudió en las prestigiosas Eton y Oxford.
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En 1987 comenzó una carrera de periodista en The Times, que le despidió un año después por inventar unas declaraciones. Entre 1989 y 1994 fue corresponsal del Telegraph en Bruselas, donde escribió artículos que ridiculizaban las regulaciones europeas.
"No inventaba las historias, pero siempre caía en la exageración", recuerda Christian Spillmann, periodista de la AFP en Bruselas en esos años.
Elegido diputado en 2001, perdió un puesto en la cúpula conservadora tres años después por mentir sobre una aventura extramatrimonial. Uno de los varios escándalos personales de un político que no quiere decir cuántos hijos tiene, además de los siete reconocidos.
Divorciado dos veces, ahora vive en Downing Street con su tercera esposa, Carrie, de 34 años, y los dos hijos de ambos, Wilfred, de 2 años, y Romy, de 6 meses.
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Adquirió rango de estrella tras ser elegido alcalde de Londres en 2008 y, aunque se le achacan algunos proyectos desastrosos, acabó brillando por los exitosos Juegos Olímpicos de 2012.
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Fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores por Theresa May en julio de 2016 y se le acusa de haber cometido graves errores diplomáticos.
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Dimitió por su desacuerdo con ella sobre cómo llevar a cabo el Brexit y llegó al poder en agosto de 2019 tras la dimisión de May, bajo la presión de su partido. Después, en elecciones generales convocadas en diciembre, se alzó con su gran victoria electoral.
Poco después del Brexit, llegó la pandemia y Johnson fue fustigado por su errática gestión, pero logró hacer olvidar las críticas apoyándose en una exitosa campaña de vacunación.
Sin embargo, a partir de diciembre de 2021 empezaron a acumulársele los escándalos, encabezados por las fiestas ilegales celebradas en Downing Street durante los confinamientos, y perdió el apoyo de una mayoría en su Partido Conservador que lo acusó de falta de "integridad".
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