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Joven lucha contra rara afección: "Llevo más de 10 años arrancándome el cabello"

Tras perder a sus abuelos a los 11 años, Bethany Stewart desarrolló una afección llamada tricotilomanía. "Cuando intento salir con alguien, se aleja. Es doloroso", afirmó.

Joven cabello
Es una batalla emocional que enfrenta todos los días -
Jam Press

Bethany Stewart, una joven de Reino Unido de 23 años, ha pasado más de una década lidiando con la tricotilomanía, un trastorno que la lleva a arrancarse el cabello de manera compulsiva en momentos de ansiedad. Aunque esta afección ha marcado su vida y afectado sus relaciones amorosas, compartió su experiencia y cómo ha logrado manejar su condición.

La tricotilomanía es un trastorno de control de impulsos que afecta a muchas personas alrededor del mundo. Quienes lo padecen sienten un impulso irresistible de arrancarse el cabello. Este trastorno puede tener un impacto profundo en la autoestima y en la vida social de quien lo sufre y, en el caso de Bethany, lucha contra esta afección desde los 11 años.

Se arranca el cabello para lidiar con la ansiedad

La historia de Bethany comenzó en su niñez, cuando enfrentó la devastadora pérdida de tres de sus abuelos en un corto periodo de tiempo. El dolor y el estrés emocional que experimentó en ese momento fueron tan intensos que, de manera inconsciente, comenzó a arrancarse el cabello como una forma de lidiar con sus sentimientos de ansiedad y angustia.

"Cuando era más joven, no entendía por qué lo hacía. Simplemente me sentía tan abrumada por todo lo que estaba pasando que el arrancarme el cabello era mi forma de liberar un poco esa tensión. Llevo más de 10 años arrancándomelo", explicó Bethany a medios locales.

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"Al principio, trataba de ocultarlo de todas las formas posibles. Me peinaba de manera diferente para cubrir la calvicie, pero no era suficiente. Llegué a un punto en el que no podía disimularlo más", relató.

La situación empeoró tanto que, cuando tenía 14 años, finalmente acudió al médico, quien tardó un tiempo en darle un diagnóstico certero. Fue entonces cuando se enteró de que su problema era tricotilomanía, un trastorno del cual no se hablaba mucho en ese entonces.

Joven lucha contra rara afección
La tricotilomanía es una afección compleja -
Jam Press

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La joven aprendió a controlarlo en terapia

Con el tiempo, Bethany se sometió a terapia cognitivo-conductual (TCC) para intentar controlar el impulso de arrancarse el cabello. Aunque la terapia le ayudó a identificar los desencadenantes de sus episodios de arranque, nunca se ha sentido completamente curada.

"No existe una cura definitiva para la tricotilomanía. Simplemente aprendes a manejarlo, a controlar esos impulsos lo mejor que puedes", afirmó la joven. A lo largo de los años, ha probado varias estrategias, pero lo que más le ha ayudado es afeitarse la cabeza de manera regular, así no tiene que preocuparse por el cabello que crece y la tentación que siente de quitárselo.

Aunque este enfoque le ha permitido reducir los episodios de arranque, la tricotilomanía sigue siendo una parte significativa de su vida. "No diría que está bajo control total, pero he aprendido a gestionarlo mejor. Sin embargo, sigo luchando con ello, y probablemente lo haré por el resto de mi vida". Para Bethany, la tricotilomanía no es solo un trastorno físico, sino una batalla emocional que enfrenta todos los días.

Impacto en su vida amorosa y profesional

Uno de los aspectos más difíciles de su condición ha sido su impacto en su vida amorosa. Aunque la joven tiene una actitud positiva y confía en sí misma, reconoce que no todos los hombres están dispuestos a aceptarla tal como es.

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"He tenido citas en las que, cuando la otra persona ve cómo manejo mi afección, simplemente se aleja. Es doloroso, claro, pero entiendo que no todo el mundo tiene la madurez para lidiar con algo así", dijo. A pesar de las dificultades que ha enfrentado, Bethany asegura que se siente bien con su identidad y que su trastorno no define quién es. "Es su pérdida, no la mía", expuso con seguridad.

Además de los efectos emocionales y sociales, la tricotilomanía también ha influido en la vida profesional de Bethany. Actualmente trabaja en una empresa financiera, donde sus compañeros de trabajo son conscientes de su afección. "A veces, me dicen si me estoy arrancando el cabello. Es un apoyo útil, porque sé que no estoy sola en esto", concluyó.

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