El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden , rindió este martes homenaje a los 400.000 fallecidos por el COVID-19 en Estados Unidos, en una corta ceremonia en víspera de su investidura.
"A veces es difícil recordar. Pero esa es la forma de sanar. Es importante que hagamos esto como país", indicó Biden en un breve discurso delante del estanque de la explanada de Washington, frente al Lincoln Memorial.
"Hagamos brillar las luces en la oscuridad a lo largo del estanque sagrado de la reflexión y recordemos a todos los que hemos perdido", agregó el demócrata de 78 años, mientras se encendían 400 luces en memoria de los muertos por la pandemia.
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Las campanas de las iglesias repicaron en todo Washington, mientras que las luces del Empire State Building de Nueva York se tornaron rojas, asemejando a un corazón latiendo.
Biden, quien ha sufrido una gran tragedia personal y es conocido por su empatía, puso énfasis en la necesidad de unir a la nación tras los caóticos cuatro años de gobierno del presidente saliente Donald Trump.
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Grandes multitudes se reúnen normalmente en Washington en la noche previa al cambio de mando.
Pero Biden visitó, junto a la vicepresidenta electa Kamala Harris, el estanque de una explanada prácticamente vacía debido a las restricciones por el COVID-19 y al aumento de la seguridad tras el asalto al Congreso del 6 de enero.
En lugar de multitudes de simpatizantes, en el césped de la explanada posaban miles de banderas de Estados Unidos y de los 50 estados colocadas en honor a aquellos que no pueden estar en Washington para la investidura.
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"Durante muchos meses, nos hemos condolido solos. Esta noche, nos condolemos y comenzamos a sanar juntos", dijo por su lado Harris, quien hace historia como la primera mujer y de raza negra en llegar a la vicepresidencia del país.
"Aunque estemos separados físicamente, nosotros, el pueblo estadounidense, estamos unidos en espíritu", agregó.
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En la tarde, Biden ofreció una sentida despedida ante los residentes del estado de Delaware, donde habita, antes de viajar a Washington, ciudad en la que vivió por décadas como senador y luego durante los ocho años que fungió como vicepresidente de Barack Obama (2009-2017).