Los tanques de almacenamiento de agua contaminada en la planta de energía nuclear Fukushima , en Japón, contienen más de un millón de toneladas de agua radioactiva tratada, la cual será vertida en el océano Pacífico durante 2023. Una decisión del Gobierno japonés que no está libre de controversia.
El Gobierno de Japón aseguró que las aguas que serán depositadas en el Pacífico han sido descontaminadas. Por lo cual, los niveles de radioactividad que presentan se encuentran acordes a lo previsto en la legislación de este país.
Sin embargo, China y Corea del Sur están preocupados por este anuncio de Japón. Cabe recordar que en el 2011 un tsunami causó un desastre nuclear en Fukushima, solo superado por la catástrofe de Chernóbil en 1986.
Greenpeace advirtió que el 85% de la zona afectada por la radiactividad en Fukushima permanece contaminada, por lo que sería inaceptable liberar esta cantidad de agua en el océano Pacífico. Otros expertos consideran que esta agua contaminada podría afectar a los ecosistemas marinos.
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Camilo Prieto, experto en asuntos nucleares, dijo que este proceso debe hacerse bajo las normas previstas por la comunidad internacional.
"Estas aguas residuales de Fukushima tienen una mayor concentración de tritio que el agua que se puede encontrar en el mar o que se puede encontrar en los ríos, entonces ¿cómo hacer que ese vertimiento sea seguro? Esto depende fundamentalmente de varios asuntos: lo primero es la velocidad a la cual se hace el vertimiento, debido a que la concentración de cualquier sustancia es lo que hace el veneno", dijo Prieto.
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Según el Gobierno de Japón, el plan es diluir el agua para reducir los niveles de tritio y liberarla en el mar durante varias décadas mediante un ducto submarino de un kilómetro de extensión, pero organizaciones ambientalistas insisten en información más precisa sobre este proceso.