Bárbara Hernández es una nadadora en condiciones extremas. Su pasión por llevar sus capacidades físicas a otro nivel le han concedido el apodo de La sirena de hielo. En su más reciente logro, la chilena de 37 años nadó 2.5 kilómetros en las aguas abiertas de la Antártida, sin protección especial alguna, batiendo un récord Guinness. “Es mi forma de abrazar la vida y darle un propósito mayor”, asegura.
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La deportista, que empezó a nadar desde que tenía tan solo 6 años de edad, dijo que su motivación para romper este récord era llevar los ojos hacia la Antártida y crear conciencia sobre la importancia de las aguas, invitando al gobierno de Argentina a crear un área marítima protegida en esa zona.
En cuanto a su preparación para el reto, la nadadora comentó que tuvo que entrenar arduamente durante al menos 3 años, acondicionándose física y mentalmente para el momento. La sirena del hielo, que también es magíster en psicología, confesó que tuvo instantes en los que perdió la motivación.
“Es necesario naturalizar esos momentos en los que se intenta desistir. Por eso es tan importante trabajar en el propósito, que es el que te sostiene en la adversidad y el dolor. La motivación puede no estar siempre, pero es ese resultado u objetivo lo que te tiene que movilizar”, afirma.
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Llegado el momento de zarpar al agua, Bárbara recuerda haber pensado en su motivación. “Vamos que se puede”, se repetía a sí misma. “Iba muy concentrada en lo que tenía que hacer, la primera milla se me hizo muy larga”, comenta.
Adicionalmente, sostuvo que las condiciones del lugar no eran ajenas a ella, “yo nado con hipotermia, no es que no sienta frío o no me duelan los brazos o las piernas, pero yo creo que tu propósito tiene que ser mayor que la incomodidad”. Y así fue como se mantuvo firme durante los 45 minutos y 30 segundos que duró su recorrido.
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Si bien con esta hazaña La sirena de hielo logró romper el récord Guinness por ser la primera persona en nadar esa distancia en aguas congeladas, el proceso para certificar el reconocimiento requiere una serie de verificaciones que toman tiempo, por lo que no se le ha otorgado oficialmente.
Sin embargo, la deportista aseguró que su verdadera motivación no son los récords, sino “correr la barrera de lo imposible” y unir su propósito a una causa que movilice a otros. Bajo esa premisa, la mujer se propuso un desafío que consiste en nadar los siete canales o estrechos alrededor del mundo, del cual solo le quedan dos pendientes: Nueva Zelanda y Japón.
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Finalmente, la nadadora hizo una invitación a las personas a seguir sus sueños y trabajar por ellos, rodeándose de personas que confíen en sus capacidades. “Hay que perderle el miedo a la palabra fracaso”, sostiene.