Graciela de 83 años salió por primera vez en meses desde que comenzó la pandemia a un centro comercial en Venezuela . Guardando todas las medidas de bioseguridad, va emocionada como lo estaría una niña y es que va a comprar el regalo que le envía su hijo único desde lejos: un teléfono inteligente.
“Mi hijo está en Madrid con su esposa, sus hijos y así están regados por todas partes”, dijo Graciela Martínez.
A pesar de la ausencia física, su hijo buscó la forma para que no le faltara a su madre la alegría de un obsequio y la compañía, y encontró a dos emprendedoras venezolanas decididas a convertirse en sus hijas suplentes.
“No sustituir, pero sí hacer un poco el papel de ese hijo que no está en este momento, pero que sí está preocupado, porque está angustiado”, afirmó María Gabriela Chalbaud, director del emprendimiento Mi hijo suplente.
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Cuentan que, desde muchos países, incluyendo Colombia, los hijos les piden que se conviertan en sus ojos en Venezuela.
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“Ellos nos buscan para visitar a la mamá, ver cómo está ella”, afirmó María Gabriela Chalbaud, director del emprendimiento Mi hijo suplente.
El emprendimiento 'Mi hijo suplente' ya atiende a unos 20 adultos mayores, brindando ayuda, compañía, soporte y, lo más importante, paciencia y amor.
No solo llevaron a Graciela a pasear y comprar el teléfono. Lo más importante fue que le enseñaron a comunicarse con lo que ella más ama: su hijo y sus nietos, a quienes no ve hace tres años.