Al menos tres civiles murieron en los enfrentamientos que estallaron este sábado entre el ejército y paramilitares en Sudán, al degenerar en violencia la rivalidad entre dos generales que protagonizaron el golpe de Estado de 2021. Jartum, la capital sudanesa, amaneció sacudida por explosiones y disparos con armas pesadas y ligeras.
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Horas después, el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) del general Mohamed Hamdan Daglo, también conocido como "Hemedti", anunció la toma del aeropuerto internacional y del palacio presidencial, y llamó a la población y a los soldados a levantarse contra el ejército.
Frente a él, el ejército regular, encabezado por el general Abdel Fatah al Burhan, dirigente de facto de Sudán desde el golpe de Estado del 25 de octubre de 2021, anunció que movilizó las fuerzas aéreas contra "el enemigo".
El ejército desmintió que las FAR hayan tomado el aeropuerto internacional y asegura que unos paramilitares se "infiltraron e incendiaron aviones civiles, incluyendo uno de Saudi Airlines", un incidente confirmado por Riad.
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En Jartum, periodistas de la AFP escucharon aviones sobrevolando bases de las FAR y el ejército publicó en Facebook la foto de una de ellas en llamas.
Ambos bandos se enfrentan también frente a la sede de los medios estatales, según testigos.
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El emisario de la ONU en Sudán, Volker Perthes, hizo un llamado a ambas partes a cesar "inmediatamente" los combates, al igual que la Unión Africana y el Secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, quien dijo estar "profundamente preocupado" por la situación.
Rusia pidió a las partes que tomen "medidas urgentes en vista de un cese al fuego".
Los habitantes de Jartum están atrincherados en sus casas. "Como todos los sudaneses, estamos bajo resguardo", escribió en Twitter el embajador estadounidense John Godfrey.
"La escalada de tensiones entre militares, hasta el enfrentamiento directo, es extremamente peligrosa. Hago un llamamiento a los altos mandos militares para que pongan fin inmediatamente a los enfrentamientos", añadió.
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Durante el golpe de hace dos años, Hemedti y Burhan habían unido sus fuerzas para expulsar a los civiles del poder. Pero con el tiempo los desacuerdos entre ambos hombres fueron creciendo hasta degenerar en violencia.
Hemedti, que hace poco se puso del lado de los civiles y, por lo tanto, contra los militares en las negociaciones políticas, calificó a su otrora aliado y ahora rival de "criminal que ha destruido el país" y dijo al canal catarí Al-Jazeera que sus hombres "no se detendrán hasta tomar el control de todas las bases militares".
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Las FAR, que agrupan a los exmilicianos de la guerra de Darfur, aseguran que fueron "sorprendidos por la mañana por la llegada de un gran contingente del ejército que asedió su campamento en Soba", en el sur de Jartum, que los "atacó con todo tipo de armas pesadas y ligeras".
El ejército regular denunció "mentiras" y acusó a las FAR de haber iniciado las hostilidades.
"Los combates comenzaron cuando las FAR atacaron bases del ejército en Jartum y en otros lugares de Sudán", dijo a la AFP el general Nabil Abdalá, portavoz del ejército. El ejército "cumple con su deber de proteger la patria", añadió.
El jueves, el ejército ya denunció un "peligroso" despliegue de paramilitares en Jartum y otras ciudades de Sudán "sin la aprobación ni la coordinación con el mando de las Fuerzas Armadas".
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Los desacuerdos entre ambos bandos se centran principalmente en el futuro de los paramilitares y su integración dentro de las Fuerzas Armadas.
Aunque el ejército no rechaza su integración, quiere imponer sus condiciones y limitar su incorporación en el tiempo.
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El general Daglo, por su parte, exige una amplia inclusión y, sobre todo, un puesto para él en el Estado Mayor.
Esta disputa bloquea la transición democrática exigida por la comunidad internacional para reanudar su ayuda a Sudán, uno de los países más pobres del mundo.