La ONU y oenegés denunciaron decenas de muertes este sábado por la represión militar en Birmania, con escenas de violencia "impactantes".
"Al menos 89 personas habían muerto al anochecer", declaró la Asociación de Asistencia a los Prisioneros Políticos (AAPP), una oenegé local que monitorea el número de muertos desde el golpe de Estado del 1 de febrero.
"Estamos recibiendo informes sobre decenas de muertos, incluidos niños, centenares de heridos en unas 40 localidades y detenciones masivas", tuiteó la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, alertando de una "violencia impactante".
Una portavoz de este organismo de la ONU, Ravina Shamdasani, precisó que aún no pudieron "corroborarlo de forma independiente", pero que recibieron "múltiples informes creíbles".
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"Por el momento, los balances de muertos oscilan entre 83 y 91, con centenares de heridos. Tenemos cuatro informes de niños que murieron, incluido como mínimo un bebé", añadió.
El país asiático vive sumido en una profunda crisis desde que los militares depusieron al gobierno civil de Aung San Suu Kyi, lo que desencadenó una gran revuelta.
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El Reino Unido advirtió que la sangrienta jornada, que podría ser la más mortífera desde entonces, marca "un nuevo mínimo" para la junta.
Demostración de fuerza
La jornada comenzó con una espectacular demostración de fuerza de la junta militar, con motivo del Día de las Fuerzas Armadas.
Miles de soldados, así como tanques, misiles y helicópteros desfilaron en una gran explanada de la capital, Naipyidó, frente a los generales y sus escasos invitados, entre ellos las delegaciones rusa y china, países que no han condenado el golpe.
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El líder de la junta, el general Min Aung Hlaing, volvió a justificar el golpe en el presunto fraude en las elecciones de noviembre, en las que venció el partido de Aung San Suu Kyi, y prometió ceder el poder tras unas nuevas elecciones.
"La democracia que deseamos sería una democracia indisciplinada si se violara la ley y no se respetara", aseguró.
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Muerte y caos
A media jornada, la violencia estalló en todo el país. En Rangún, columnas de humo se elevaban sobre la antigua capital del país, que se ha convertido en foco de disturbios en las últimas semanas.
A partir de testimonios y de declaraciones de miembros de servicios de emergencias, la AFP pudo corroborar de forma independiente el fallecimiento de al menos 25 personas.
La región central de Mandalay se vio arrastrada por una oleada de caos y disturbios. Las fuerzas de seguridad dispararon indiscriminadamente, y en cinco ciudades distintas murieron al menos 10 personas, entre ellas una niña de 14 años, en Meiktila.
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"Nos trajeron cuatro hombres muertos", declaró un miembro de los servicios de urgencias en Mandalay, mientras intentaba ocuparse frenéticamente de decenas de heridos.
Una manifestación ante la prisión de Insein también degeneró cuando los soldados empezaron a disparar. Al menos uno de los manifestantes murió, un agente de Policía de 21 años, Chit Lin Thu, que se había unido al movimiento contra el golpe.
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"Estoy muy triste por él, pero al mismo tiempo estoy orgulloso de mi hijo", afirmó Joseph, su padre.
"Jornada de deshonor"
La represión ha provocado desde hace semanas condenas internacionales y sanciones contra militares, pero la presión diplomática ha tenido escaso efecto hasta ahora.
"Este 76º Día de las Fuerzas Armadas se recordará como una jornada de terror y de deshonor", dijo la embajada de la Unión Europa (UE) en Rangún.
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"Las fuerzas de seguridad están matando civiles desarmados, niños, la gente a la que juraron proteger", lamentó un comunicado de la sede diplomática estadounidense.
Un mensaje oficial difundido por la televisión estatal el viernes había advertido a los jóvenes que no participaran en lo que denomina un "movimiento violento" contra el régimen militar.
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"Aprendan la lección de los que han muerto (...) No mueran en vano", rezaba el mensaje.
Según la oenegé de defensa de los presos políticos, 320 personas han perdido la vida en la represión desde el golpe y más de 3.000 han sido detenidas.