Aunque la junta militar prometió que no se eternizará, manifestantes piden elecciones libres y un gobierno civil.
Al día siguiente de la destitución de Omar al Bashir, en el poder durante 30 años en Sudán, la junta militar desmintió el viernes haber dado un golpe de Estado en un intento por dar tranquilidad a la comunidad internacional, así como a los manifestantes, que reclaman su partida.
El viernes, el jefe del comité político de la junta, el teniente general Omar Zinelabidine, afirmó ante diplomáticos que la expulsión Bashir no fue un "golpe de Estado".
"El papel del consejo militar es proteger la seguridad y la estabilidad del país", declaró Zinelabidine.
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"Iniciaremos un diálogo con los partidos políticos para estudiar cómo gestionar Sudán. Habrá un gobierno civil y no intervendremos en su composición", dijo y repitió las garantías formuladas antes por los jefes militares.
Militares habían afirmado que Bashir estaba detenido pero que no sería entregado al extranjero. La Corte Penal Internacional tiene un pedido de captura del expresidente por crímenes de guerra.
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En rechazo a las decisiones de los militares los manifestantes pasaron una sexta noche consecutiva delante del cuartel general de las Fuerzas Armadas en Jartum, a pesar del toque de queda.
Ante el Consejo de Seguridad de la ONU el embajador de Sudán ante el organismo, Yasir Abdelsalam, intentó disipar los temores de la comunidad internacional.
El Consejo militar "será el garante de un gobierno civil", dijo.