Brasil, de 212 millones de habitantes, contabilizó 4.195 muertos en 24 horas, con lo cual el total se eleva a 336.947 decesos desde la llegada del coronavirus a la nación, en febrero de 2020.
El lamentable récord se produce seis días después de la última marca letal: 3.869 decesos el 31 de marzo.
Este martes se contabilizaron además 86.979 nuevos contagios, llevando la cifra total a 13,1 millones, según los datos del Ministerio de Salud.
Brasil es el segundo país con más muertos y con más contagios, superado solo por Estados Unidos.
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En los primeros seis días del mes, el número de fallecidos asciende a 15.432, manteniendo la tendencia de marzo, el mes más letal hasta ahora, con 66.573 muertos, más del doble del récord anterior.
El promedio diario sobre siete días es de 2.757 fallecimientos, el más elevado de lejos actualmente en el mundo.
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Los especialistas afirman que en las próximas semanas la nación podría atravesar un escenario más sombrío, con los hospitales desbordados, la vacunación avanzando a paso lento y el gobierno de Jair Bolsonaro rechazando la aplicación de una cuarentena, argumentando que perjudica la economía.
La campaña de vacunación, que comenzó de forma lenta en enero y ha sido objeto de una disputa política, ha avanzado en los últimos días, aunque sin garantizar aún la cantidad necesaria de dosis para aumentar el ritmo actual.
Hasta la fecha, 20 millones de personas (9,8% de la población) recibieron la primera dosis y 5,8 millones (2,7% de la población), la segunda.
"Con el ritmo de vacunación actual, la única forma que tenemos de disminuir esa circulación tan acelerada del virus es un confinamiento efectivo. No esas medidas de restricción dictadas en los estados en los que están definiendo varias actividades como esenciales para mantenerlas abiertas", dijo la epidemióloga Ethel Maciel, profesora de la Universidad Federal de Espíritu Santo.
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El incremento de muertes está generando escenas difíciles en ciudades como Sao Paulo, la más rica y poblada del país, donde fueron habilitados buses escolares para cargar cuerpos y se están realizando entierros nocturnos para atender la demanda.
"Es lamentable la situación en que nos encontramos y no estamos viendo medidas efectivas ni por parte del gobierno federal ni por los estados. Lamentablemente esa tensión política entre los gobiernos regionales y el federal nos trajo adonde estamos hoy, con ese enorme número de personas que perdieron sus vidas", dijo la profesora Maciel.
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En términos relativos, el país registra en promedio 160 muertos por 100.000 habitantes, una cifra inferior a la de República Checa (254/10.000), Reino Unido (187/100.000) o Estados Unidos (168/100.000).
Pero los promedios de varios estados dan la magnitud de la tragedia. En Rio de Janeiro, llega a 220/100.000.
La variante P1
Brasil inició el año con escenas de horror en el estado Amazonas (norte), con hospitales colapsados y la muerte de decenas de personas por falta de oxígeno. Con una tasa de mortalidad de 292 por 100.000 habitantes, especialistas sostuvieron en la época que la aparición en el estado de una nueva variante del COVID-19, llamada P1, favoreció la rápida propagación del virus.
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La pregunta es si esta variante está por detrás del incremento de casos y muertes que vive el país.
"Como Brasil no está secuenciando ampliamente, podemos especular, pero no podemos estar seguros de cómo la nueva variante contribuye en el escenario que estamos viviendo", dijo Mauro Sanchez, epidemiólogo y profesor de la Universidad de Brasilia.
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"Sabemos que la nueva variante es más transmisible y algún papel debe estar jugando. Ciertamente [la situación actual] es una combinación de la circulación de nuevas mutaciones, de nuevas variantes, con el comportamiento de las personas de no obedecer las restricciones", agregó.