Desde el 3 de noviembre, justo después de que se conocieran los resultados que daban a Donald Trump como perdedor en la contienda electoral, sucedieron una serie de episodios con los que él buscaba desconocer a su contendor, Joe Biden, como nuevo presidente de Estados Unidos.
Incluso, presentaron más de 60 demandas, todas rechazadas, algunas de ellas a la Corte Suprema de Justicia, donde hay mayoría de jueces conservadores.
Trump desafió las instituciones de la democracia norteamericana, rechazó los resultados electorales, entró en controversia con la Corte e incitó a sus seguidores a la protesta contra la certificación de Joe Biden como nuevo presidente.
Muni Jensen, una analista internacional, dio su posición al respecto.
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“Me acuerdo mucho del 29 de septiembre cuando a Donald Trump en el debate presidencial le mencionaron este grupo Proud Boys, que son los líderes de la manifestación de hoy, que son realmente un grupo de supremacía blanca, y les dijo: 'manténganse alerta'. Y en los últimos días les ha dado varios mensajes de no vamos a aceptar los resultados”, afirmó Jensen en una señal clara de lo que se podría entender como una incitación.
Después de los comicios, su no aceptación de los resultados asestó un golpe inédito a la institucionalidad.
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“Este es un gran fraude en nuestra nación. Queremos garantía de que se haga de manera adecuada. Vamos a ir a la Corte Suprema de Justicia. Queremos que paren todas las votaciones”, dijo Trump el 4 de noviembre.
Su campaña interpuso más de 60 demandas para que se revisaran los resultados y una a una las perdió.
Entonces, en Twitter, arremetió contra los resultados y manifestó que le robaron las elecciones. Ese mensaje tuvo eco en sus seguidores.
Pero, ¿qué tiene el discurso de Trump que hace que las personas a pesar de toda la evidencia en contra de que no hubo fraude en las elecciones, le sigan creyendo?
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“Es un esfuerzo sistemático que viene amarrado a un esfuerzo de medios, de redes sociales, de agitadores en las comunidades donde hay problemas de empleo, donde la comunidad blanca se siente desplazada por las minorías, donde se ha sembrado miedo a lo que sería una especie de comunismo americano, que tampoco existe, miedo a que les suban los impuestos, que acaben con los empleos. Es una política muy efectiva, porque tiene muchos seguidores y muy ardientes, que está basada en el miedo”, explicó Jensen.
Después del día agitado en el capitolio, Trump empezó una nueva jornada con la misma estrategia.
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