A mediados de noviembre, Donald Trump empezó a dar detalles sobre el plan de deportación masiva de migrantes que entraron de manera irregular a Estados Unidos, un plan que ha prometido que adelantará una vez asuma la presidencia el 20 de enero. En esa ocasión, el líder republicano adelantó que planeaba declarar el estado de emergencia nacional y recurrir al Ejército para hacer cumplir la que fue una de sus principales promesas de campaña.
El mandatario electo volvió a hablar de su plan esta semana. Lo hizo durante la entrevista que le concedió a la prestigiosa revista TIME, que lo seleccionó como el personaje del año. En esa conversación, el republicano reiteró que usará al Ejército "hasta el máximo nivel que permite la ley" y que considera a la migración irregular "una invasión".
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Trump explicó que solicitaría el uso de la Guardia Nacional y de las fuerzas del orden locales para complementar los esfuerzos del Ejército en la deportación masiva de migrantes. Cabe señalar, sin embargo, que la ley estadounidense establece que no se puede usar las Fuerzas Armadas para hacer cumplir leyes nacionales sin una ley aprobada por el Congreso.
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Sobre esas leyes que rigen el uso de militares, Trump afirmó: "Bueno, no, no detienen al Ejército si es una invasión a nuestro país, y yo lo considero una invasión a nuestro país".
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"Solo haré lo que la ley permite, pero iré hasta el máximo nivel que la ley permite. Y creo que en muchos casos, los alguaciles y las fuerzas del orden necesitarán ayuda. También tendremos a la Guardia Nacional, e iremos tan lejos como me permitan ir, de acuerdo con las leyes de nuestro país", agregó.
¿Qué más detalles dio del plan?
Trump ha calificado en varias ocasiones de "invasión" la entrada de migrantes sin visa por la frontera con México. Los acusa, en sus palabras, de envenenar "la sangre" e "infectar" Estados Unidos, de comer mascotas, de ser "asesinos" y "salvajes", entre otros calificativos despectivos extremos. Y para supuestamente "liberar", según él, el país proyecta "la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos" en cuanto asuma el cargo.
En abril, el republicano dijo que la Guardia Nacional "debería ser capaz" de hacerse cargo de las deportaciones. "Si no es así, utilizaría el ejército", es decir, las tropas federales, declaró.
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Pero la deportación de migrantes no es nada nuevo en Estados Unidos. La administración del saliente mandatario, Joe Biden, expulsó a más de cuatro millones, "combinando deportaciones con expulsiones y otras acciones para bloquear la entrada de migrantes", según un informe del Instituto de Políticas Migratorias (MPI), con sede en Washington. Sin embargo, el republicano tiene previsto llegar mucho más lejos.
En conversación con TIME, dio más pinceladas de lo que sería ese plan. Sugirió que podría construir nuevas instalaciones de detención para albergar a los migrantes que deportará en el marco de su plan, e incluso aseguró que negociará con otros países para recibir a los deportados y que amenazará a los aliados con aranceles si no acceden a recibir a las personas expulsadas de Estados Unidos.
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Cuando se le preguntó sobre la posibilidad de que se construyan nuevos campamentos de detención de migrantes durante su administración, Trump respondió: "Podría haber". "Lo que sea necesario para sacarlos. No me importa. Honestamente, lo que sea necesario para sacarlos. Nuevamente, lo haré absolutamente dentro de los confines de la ley. Pero si se necesitan nuevos campamentos, espero que no sean demasiados porque quiero sacarlos. No quiero que estén sentados en un campamento durante los próximos 20 años", insistió.
Y agregó: "Quiero que se vayan, y los países deben recibirlos, y si no los reciben, no haremos negocios con esos países, y les aplicaremos aranceles muy sustanciales. Cuando envíen productos, tendrán aranceles sustanciales, y será muy difícil para ellos hacer negocios con nosotros".
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En el pasado, el próximo presidente de Estados Unidos ha dicho que invocará la ley de enemigos extranjeros de 1798, cerrará la frontera con México, retomará la construcción del muro fronterizo y contratará unos 10.000 agentes. También intentará resucitar el programa Quédate en México, para que los migrantes esperen el desenlace del proceso migratorio del otro lado de la frontera, prohibir las ciudades santuario, que los protege de la expulsión, y suprimirles "todos los beneficios federales y de asistencia social".
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Además, Trump quiere poner fin -o limitar- otras vías legales de entrada como un amparo migratorio que les otorga permiso de residencia y trabajo (Estatus de Protección Temporal, TPS) o la posibilidad de solicitar cita a través de una aplicación de teléfono móvil o mediante trámites en los países por los que pasan.
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Sin embargo, esta semana, en la entrevista con TIME, reiteró su promesa de no separar familias con estatus migratorio mixto porque prefiere "deportarlos juntos". El republicano había dicho el domingo en otra entrevista, la primera desde su victoria, que quería ofrecer a las familias con estatus migratorio mixto la opción de que abandonen el país juntos si un miembro es deportado.
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De cualquier forma, las organizaciones de defensa de los derechos humanos están preocupadas por la suerte que pueden correr los más de 11 millones de migrantes en situación irregular en Estados Unidos.
Muchos economistas también han advertido del costo exorbitante de una deportación masiva y su impacto en la economía estadounidense, que ya sufre una escasez de mano de obra. Un estudio publicado en octubre por la ONG American Immigration Council evalúa el costo global en 88.000 millones de dólares por año, es decir 967.900 millones en más de una década.