El Ministerio de Salud de Hamás anunció el sábado 18 de noviembre la muerte de más de 80 personas en dos bombardeos israelíes a un campo de refugiados administrado por la ONU en Jabaliya, en el norte de la Franja de Gaza, devastado por los combates entre Israel y el movimiento islamista palestino.
El primer bombardeo, contra una escuela, dejó 50 muertos, y el segundo impactó en una vivienda, donde mató a 32 personas de una misma familia, incluyendo 19 niños, de acuerdo con las autoridades del movimiento islamista, en el poder en Gaza desde 2007.
El primer bombardeo golpeó al amanecer la escuela Al Fakhura, que alberga a personas desplazadas, dijo a la AFP un funcionario del ministerio.
Imágenes que circulan en las redes sociales, verificadas por AFP, muestran cuerpos cubiertos de sangre o polvo en los pisos del edificio, donde se habían instalado colchones debajo de los pupitres.
La agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) expresó su indignación por un ataque "horrendo". "Estos ataques (...) deben cesar. Un alto el fuego humanitario no puede esperar más", escribió en la red X el jefe de la UNRWA, Philippe Lazzarini.
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El coordinador de Asuntos Humanitarios y Ayuda de Emergencia de Naciones Unidas (OCHA), Martin Griffiths, hizo referencia a "informaciones trágicas" y recordó que los refugios eran "lugares de seguridad" y las escuelas, "lugares de enseñanza".
En el segundo bombardeo, que golpeó una casa en el mismo campo de refugiados, murieron 32 miembros de la misma familia, incluidos 19 niños, indicó el Ministerio de salud de Hamás, que difundió una lista de nombres.
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El ejército israelí no confirmó los bombardeos, pero señaló en un comunicado que sus tropas estaban ampliando sus operaciones en la Franja de Gaza, incluyendo algunas partes de Jabaliya, para "apuntar contra terroristas y bombardear infraestructura de Hamás".
Durante la noche, otro bombardeo israelí alcanzó Jan Yunis, matando al menos a 26 personas, según el director del hospital Nasser en esa ciudad del sur de la Franja de Gaza.
Comandos de Hamás mataron el 7 de octubre a 1.200 personas en suelo israelí, la mayoría de ellas civiles, y secuestraron, junto a otros grupos armados, a unas 240 personas, según las autoridades israelíes.
Desde entonces, los bombardeos israelíes de represalia en la Franja de Gaza han sido incesantes y mataron, según un balance del Ministerio de Salud de Hamás, a 12.300 civiles palestinos, incluidos 5.000 niños.
Hospital evacuado
Cientos de personas evacuaron el sábado el hospital Al Shifa, donde había más de 2.000 pacientes, médicos y personas desplazadas por la guerra, después de ser emplazadas por Israel a salir del lugar "en una hora".
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Israel realiza incursiones desde hace cuatro días en ese hospital, el mayor del territorio, por considerar que alberga un centro de mando de Hamás.
Seis médicos permanecerán en el hospital para atender a 120 pacientes, incluidos bebés prematuros, que no pueden ser trasladados, indicó uno de ellos, el doctor Ahmed El Mokhallalati, en la red X.
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Los enfermos, acompañados de personal médico, abandonaron a pie el hospital y se dirigieron hacia la carretera Sal, informó un periodista de AFP.
En el camino, un reportero de la misma agencia vio al menos quince cuerpos, algunos en avanzado estado de descomposición, en un paisaje de carreteras destrozadas, tiendas destruidas y automóviles volcados o aplastados.
En paralelo a los bombardeos, Israel, que ha prometido "aniquilar" a Hamás, lleva a cabo desde el 27 de octubre operaciones terrestres en la Franja de Gaza, un territorio de 362 km2 y unos 2,4 millones de habitantes.
Las operaciones terrestres se concentran en el norte del territorio, en la ciudad de Gaza, convertida en un campo de ruinas, y alrededor de hospitales, donde el ejército acusa a Hamás de haber instalado bases y de usar a los enfermos como "escudos humanos".
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Israel cortó el 9 de octubre el suministro de alimentos, agua, electricidad y medicinas que suelen transitar por Rafah, en la frontera con Egipto, en el sur de la Franja.
Según Hamás, 24 de los 35 hospitales de Gaza han dejado de funcionar.
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Según la ONU, más de dos tercios de los 2,4 millones de habitantes de la Franja de Gaza han sido desplazados por la guerra. La mayoría huyó al sur con lo mínimo y sobrevive al frío que se avecina.
El jueves, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas advirtió que los civiles de Gaza "se enfrentan a la posibilidad inmediata de morir de hambre".
A petición de Estados Unidos, Israel autorizó el viernes la entrada diaria por Rafah de dos camiones cisterna con carburante. Según la autoridad de la parte palestina del paso fronterizo, estos primeros 17.000 litros permitirán reactivar los generadores eléctricos de hospitales y redes de telecomunicaciones.
Israel se negaba hasta ahora a dejar pasar el combustible, alegando que podría ser usado en actividades militares de Hamás, un movimiento considerado como organización terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea e Israel.
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Las tensiones también son altas en Cisjordania, un territorio ocupado desde 1967 por Israel, donde unos 200 palestinos murieron a manos de colonos y de soldados israelíes desde el 7 de octubre, según el Ministerio de Salud palestino.
Presión externa e interna sobre Netanyahu
El gabinete de guerra israelí, dirigido por el primer ministro conservador Benjamin Netanyahu, enfrenta una fuerte presión externa para aliviar los padecimientos de los civiles de Gaza.
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El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el miércoles una resolución para pedir "pausas humanitarias" en la guerra.
El jefe de gobierno alemán, Olaf Scholz, destacó el sábado en una conversación telefónica con Netanyahu la "necesidad urgente" de aliviar la crisis humanitaria en Gaza.
Netanyahu enfrenta también la presión de los familiares de los secuestrados por Hamás, que reclaman un acuerdo que permita liberarlos.
Una marcha de miles de personas, que partió el martes de Tel Aviv, llegó este sábado a Jerusalén con el lema "Tráiganlos a casa ahora", y se dirigía hacia la oficina de Netanyahu.