El papa Francisco , con su estilo particular, ha marcado ya una impronta en la historia. Según los analistas, el sumo pontífice todavía tiene mucho por hacer para consolidar su perfil reformista. Con su décimo aniversario al frente del Vaticano surge una pregunta: ¿cuánto tiempo más estará en el trono de San Pedro?
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Pasaron 2013 años desde Jesucristo y unos cuantos menos desde el origen de la cristiandad. Después de dos milenios, aquel 13 de marzo se anunció la llegada del primer papa latino.
La Plaza de San Pedro aplaudía emocionada la llegada de un nuevo obispo para Roma. Para los fieles de habla hispana, era mucho más que eso. Era la hora de lo que Europa llamaba como nuevo mundo.
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“Parece que los hermanos cardenales fueron a buscar casi al fin del mundo, pero estamos aquí”, dijo el papa Francisco el día de su elección.
El padre Jorge, como le decían en Argentina, ahora se llamaría Francisco. Con la elección de ese nombre, el mismo del santo de Asís, Jorge Mario Bergoglio enviaba su primer mensaje de humildad y humanidad.
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En los días posteriores a su elección vendrían más señales de quién era el nuevo papa: una habitación en comunidad en la residencia de Santa Marta en vez del aislado y frío Palacio Apostólico.
Muy pronto, hizo saber a la curia que buscaría una Iglesia pobre y para los pobres. Pastores con olor a oveja y no príncipes, dijo. Quería cambiar esa institución, renovar el gobierno interno, sanear las enlodadas finanzas vaticanas.
En ese proceso ha empeñado buena parte de sus esfuerzos. Ha sido lento, pero logró una reorganización.
Aún tiene en marcha el cambio más profundo: descentralizar el poder, dar más autonomía y voz a obispos locales.
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Lo anterior le ha valido la feroz resistencia de los sectores más poderosos, los más conservadores. Algunos cardenales, incluso, han llegado a cuestionar públicamente sus decisiones.
La otra gran tormenta que ha tenido que enfrentar Francisco es la de la pederastia en el clero. El primer gran cambio fue ponerle fin al encubrimiento.
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“El dolor y la vergüenza, la vergüenza que siento por el daño irreparable causado a niñas por parte de ministros de la Iglesia”, mencionó Francisco.
En todo caso, es un papa que ha reconocido los errores de la Iglesia alrededor del mundo.
“Nos encontramos con miedo y perdidos, nos hemos dado cuenta que estamos en el mismo barco. Todos frágiles y desorientados”, dijo el 27 de marzo de 2020 en medio de la pandemia del COVID-19.
Mientras en los muros del Vaticano cultiva opositores, afuera gana fieles: su cercanía con los pobres, viejos, desvalidos y defensa del medio ambiente han refrescado el rostro de la Iglesia católica.
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A pesar de sus gestos de acogida ante la comunidad LGBTI y divorciados vueltos a casar, el dogma sigue intacto, tal vez por esto muchos creen que su legado aún no se consolida y siguen esperando cambios.