Solo en Turquía 5.700 edificios colapsaron dejando cientos de miles de víctimas mortales, heridos y damnificados. Entre ellos no solamente personas, sino también animales, muchos de ellos mascotas. Voluntarios, socorristas y equipos de rescate que han llegado desde el extranjero también luchan por salvar la vida de perros y gatos, entre otros.
Fue el caso de un perrito del que solo su cabeza era visible. Los rescatistas intentaron calmarlo e hidratarlo mientras cavaban con sus manos. Poco a poco lograron liberarlo, primero sus patas delanteras, luego su torso. Intentaron mitigar su dolor, pero algo lo lastimaba, hasta que avanzando con cautela y persistencia, finalmente, lo pusieron a salvo.
Tras los terremotos en Turquía y Siria los animales hacen parte de la tragedia, pero también se convierten en símbolos de resistencia.
Como un gato llamado Celik. Su dueño es un estudiante universitario, quien lo primero que hizo tras ser rescatado fue suplicar que salvaran también a su amada mascota, Celik o Fresa en español, un nombre en honor a su pelaje rojizo.
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Sus ojos reflejaban miedo, como el de otro felino que estuvo atascado bajo los restos pulverizados de un edificio.
Los socorristas han demostrado que luchan por la vida. Hasta una pequeña cacatúa con un ala rota fue cuidadosamente liberada de los escombros. En medio de tanta desgracia, su canto es un bálsamo para el alma.
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Dolorosas cifras
La esperanza de encontrar más supervivientes se desvanecía este jueves en las zonas afectadas por el potente terremoto en Turquía y Siria, uno de los más mortíferos en décadas en la región, con más de 17.500 fallecidos.
Los equipos de rescate continúan la búsqueda de miles de personas que se sospechan atrapadas entre los escombros, pero el optimismo mengua ante las gélidas temperaturas y la superación del plazo de 72 horas que se considera crucial para salvar vidas.
El balance de muertos no deja de crecer. Los últimos balances lo sitúan en 17.513 fallecidos, 14.351 de ellos en Turquía y 3.162 en Siria.
A ello hay que sumar las pérdidas económicas, que según la agencia de calificación Fitch probablemente pueden "superar los 2.000 millones de dólares" y "podrían alcanzar los 4.000 millones de dólares o más".
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En la ciudad turca de Antakya, los supervivientes buscaban a sus familiares difuntos entre bolsas mortuorias depositadas en un estacionamiento convertido en una morgue improvisada.
"Encontramos a mi tía, pero no a mi tío", dijo con voz ahogada Rania Zaboubi, una refugiada siria, que perdió a ocho familiares.
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El terremoto de magnitud 7,8 ocurrió en la madrugada del lunes, mientras mucha gente todavía dormía en esta región donde muchos ya sufrieron la pérdida y el desplazamiento debido a la guerra civil de Siria.
Hasta este jueves, el noroeste de Siria, controlado por los rebeldes, no recibió su primer convoy de ayuda internacional a través del paso fronterizo de Bab al Hawa, el único autorizado para estos envíos desde Turquía.
Aunque era un paquete de asistencia previsto desde antes del sismo, "podría considerarse una respuesta inicial de Naciones Unidas y debería continuar, como nos prometieron, con convoyes más grandes para ayudar a nuestra gente", dijo Mazen Alloush, responsable del paso fronterizo.