
La muerte del papa Pío XII en 1958 no solo marcó un momento histórico para el catolicismo por sus aportes, sino que también desató una controversia entre los medios de comunicación de aquel entonces. Y es que el funeral de aquel sumo pontífice , quien había fallecido a sus 82 años debido a una insuficiencia cardiaca que derivó de un infarto súbito de miocardio, estuvo marcado por algunos incidentes de los que surgieron aterradores mitos que se mantienen hasta el día de hoy y catalogan el de este religioso como uno de los más aterradores funerales papales en la historia de la Iglesia.
Todo derivó, inicialmente, de una decisión que había tomado el sumo pontífice en vida y con la que revertía algunas tradiciones de la Iglesia Católica. Contrario a lo que se hacía hasta entonces, Pío XII solicitó que, al morir, no se le extrajeran los órganos. Por esta razón, su médico Riccardo Galeazzi-Lisi sometió su cuerpo a un proceso de embalsamamiento muy poco común para la época que se basaba en lo planteado por el doctor napolitano Oreste Nuzzi.
A través de un procedimiento denominado ósmosis aromática, Galeazzi-Lisi sometió el cuerpo del papa fallecido a un tipo de embalsamamiento muy similar al que habría sido sometido Jesús en la antigüedad. De esta manera, el galeno envolvió el cuerpo sin vida de Pío XII en varios aceites y hierbas aromáticas con el fin de que su cadáver no desprendiera olores fétidos derivados de la descomposición natural. Tras esto, el cuerpo del sumo pontífice fue envuelto en plástico durante 24 horas.
Contrario a la conservación esperada, y producto del intenso calor que hacía en Castel Gandolfo, lugar en el que se ubicaba la casa de verano donde falleció el patriarca católico, el cuerpo de Pío XII empezó a descomponerse de forma acelerada, emanando fétidos olores e incluso evidenciando drásticos cambios en el rostro del religioso. Debido a la presión que ejercían los plásticos que envolvían al sumo pontífice, lo peor ocurrió.

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Los músculos del rostro del fallecido empezaron a contraerse, y de algunos orificios del mismo salía un líquido negro de fuerte olor que provocó que los asistentes a uno de los primeros procedimientos fúnebres del recordado papa tuvieran que retirarse de la sala. Los guardias que custodiaban el féretro, relataba la prensa, también tuvieron que hacer cambios de turno más frecuentes por esta misma situación. Sin embargo, lo peor aún no ocurría.
Así fue el accidentado funeral del papa Pío XII, quien explotó durante su camino a la Basílica de San pedro
El cadáver del papa estaba siendo trasladado hacia la Basílica de San Pedro para llevar a cabo la tradicional capilla ardiente, pero en el camino los efectos de los gases que se mantenían en el interior del cuerpo del papa hicieron lo suyo. Relatan algunos periodistas de la época que el cuerpo de Pío XII explotó y muchas partes de su cuerpo quedaron totalmente desfiguradas.
Producto de este incidente, el vehículo papal tuvo que detenerse de emergencia y el embalsamador encargado se vio obligado a llevar a cabo un procedimiento de emergencia. Debido a que algunas partes de su rostro habían quedado destruidas, y en medio del fétido olor que desprendía su cuerpo, Galeazzi-Lisi tuvo que someter a Pío XII a un nuevo procedimiento de embalsamamiento desde cero. Al sumo pontífice se le puso una mascarilla en cera para que su rostro se viera similar a como se le recordaba, pero su apariencia hinchada, producto de este mal procedimiento no pudo disimularse.
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Este hecho, afirman algunos, le costó el puesto a Galeazzi-Lisi, quien a los pocos años de este suceso fue apartado de su cargo por la Iglesia Católica. Eso sí, la entidad religiosa nunca argumentó dicha expulsión por lo acontecido en aquel accidentado procedimiento funerario que hizo de este rito uno de los más aterradores e impactantes en la historia del catolicismo.
JULIÁN CAMILO SANDOVAL
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