En la tarde de este jueves, 8 de septiembre de 2022, llegó la noticia más temida en el Reino Unido: la reina Isabel II había fallecido. Cientos de personas se agolparon en el Palacio de Buckingham para expresar las condolencias.
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A lo largo de siete décadas, Isabel II supo guardar la entereza y dignidad hasta el último momento.
Precisamente, el pasado martes surtió desde el castillo de Balmoral en Ballater, Escocia, y no desde Buckingham, los protocolos constitucionales para el cambio de gobierno de Boris Johnson al de Liz Truss, la primera ministra número 15 en recibir su aprobación.
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Las imágenes de ese encuentro causaron gran preocupación por la evidente debilidad de la monarca y el color ennegrecido de su mano.
Pasaron los días y, en un inusual comunicado, el Palacio de Buckingham informó que los médicos de la reina Isabel II estaban preocupados por su estado de salud y la habían puesto bajo asistencia permanente en su castillo de Escocia, lugar en el que pasaba el verano.
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Así la situación, la familia recibió la instrucción de viajar de inmediato para estar junto a la reina. La convocatoria de Harry, que está distanciado de la familia, se consideró como otro indicador de la gravedad de la situación.
Tan pronto se conoció la noticia del fallecimiento, los londinenses empezaron a rondar las afueras de la casa real. Aunque la familia no estaba allí, el apoyo de los ciudadanos le dio la vuelta al mundo.
Por su parte, Liz Truss, primera ministra, expresó sus condolencias: “Es un gran impacto para la nación y el mundo. La reina Isabel II fue la roca sobre la que se construyó la Gran Bretaña moderna”.
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Poco tiempo después, el rey Carlos III, nuevo soberano de la monarquía británica, emitió su primer comunicado: “Es un momento de gran tristeza para mí y para todos los miembros de mi familia”.