El estado de Misisipi, en Estados Unidos, ejecutó a David Cox, un hombre condenado a muerte por asesinar a su esposa en 2010 y que había pedido a las autoridades que acabaran con su vida.
El sentenciado, de 50 años, fue declarado muerto a las 18.12 del miércoles tras recibir un cóctel de fármacos letales en la Penitenciaría Estatal de Misisipi, en Parchman, según notificó el Departamento estatal de Correcciones.
El estado llevaba 9 años sin ejecutar a un preso condenado a muerte, pero en 2018 Cox renunció a su representación legal y a presentar apelaciones y pidió que acabaran con su vida ya que "merecía morir".
Tres años después, Misisipi accedió a su petición.
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Cox fue condenado a muerte por un jurado en 2012 tras declararse culpable de asesinar a su esposa, Kim Kirk Cox, y de abusar sexualmente de su hijastra, que tenía en ese momento 12 años.
La joven, hoy de 23, asistió a la cárcel para presenciar la ejecución.
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Durante la noche del 14 al 15 de mayo de 2010, Cox se amotinó en una vivienda de la localidad de Sherman, al noreste del estado, con su entonces mujer, la hijastra y uno de los dos hijos que tenían en común.
A lo largo de ocho horas de motín, Cox asesinó a tiros a la mujer en frente de los niños y abusó sexualmente de la hijastra varias veces. Ya de madrugada, la Policía irrumpió en la vivienda sin que Cox mostrara mayor resistencia.
Sus últimas palabras antes de recibir la inyección este miércoles fueron: "Quiero decirles a mis hijos que les quiero mucho y que en una época fui un buen hombre".
La ejecución de Cox fue la décima del año en Estados Unidos y desde que el Tribunal Supremo restituyó la pena de muerte en 1976, han muerto 1.539 presos, 22 de ellos en Misisipi.
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Antes de que finalice 2021 hay programadas otras dos ejecuciones, ambas en Oklahoma, y la primera de ellas, la del afroamericano Julius Darius Jones, este mismo jueves.