El eje de la Tierra es la línea imaginaria alrededor de la cual el planeta gira sobre sí mismo. Este no es fijo, sino que se mueve ligeramente debido a diversos factores naturales, como el desplazamiento de las placas tectónicas, el derretimiento de los glaciares o la atracción gravitatoria de la Luna y el Sol.
Sin embargo, en las últimas décadas, el eje de la Tierra ha experimentado un cambio más significativo y acelerado que ha sorprendido y alarmado a los científicos.
Según un estudio publicado en Geophysical Research Letters, el eje de rotación de la Tierra se ha inclinado unos 80 centímetros hacia el este desde 1993. La causa principal de este fenómeno es la extracción excesiva de agua subterránea por parte del ser humano para fines como el consumo, la agricultura o la industria.
Se estima que se han extraído alrededor de 2.150 gigatoneladas de agua subterránea en este periodo.
¿Qué consecuencias tiene este desbalance del eje terrestre?
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El eje de la Tierra determina las estaciones del año, la duración del día y la noche y la distribución del calor y el frío en el planeta.
Al modificarse el eje, se alteran estos factores, lo que puede provocar cambios climáticos extremos, como sequías, inundaciones o tormentas. Además, al extraer agua subterránea, se reduce el nivel freático y se disminuye el aporte de agua a los ríos y los océanos, lo que afecta a la biodiversidad y al ciclo hidrológico.
El eje de la Tierra se está inclinando casi un metro por la extracción excesiva de agua subterránea, lo que pone en riesgo el equilibrio y la estabilidad de nuestro planeta.
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Es necesario tomar medidas urgentes para reducir el consumo de agua subterránea y buscar fuentes alternativas y sostenibles. Solo así podremos preservar nuestro hogar común y garantizar nuestro futuro.