Dilma Rousseff prometió derrotar la corrupción y no abandonar políticas sociales pese a ajustes necesarios en la economía al asumir el jueves su segundo mandato de cuatro años como presidenta de Brasil.
Rousseff propuso un pacto nacional contra la corrupción en momentos en que se amplía un escándalo de sobornos que involucra a la petrolera estatal Petrobras y a las empresas más grandes de construcción del país.
"Democratizar el poder significa combatir enérgicamente la corrupción, que ofende y humilla a los trabajadores, a los empresarios y a los brasileños honestos y de bien. La corrupción debe ser extirpada", expresó Rousseff en un discurso de 45 minutos en el Congreso Nacional después de prestar juramento junto con su vicepresidente Michel Temer.
Rousseff prometió un paquete de leyes para castigar con más fuerza a servidores públicos que se enriquecen de forma ilícita. Al referirse al caso de Petrobras, Rousseff dijo que se investigará "con rigor todo lo que se hizo mal" para prevenir un episodio similar.
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La mandataria asumió el segundo mandato en un escenario opuesto al que heredó de su predecesor Luiz Inácio Lula da Silva hace cuatro años.
Pidió a los brasileños brindar confianza para poner en marcha medidas que corrijan el rumbo de la economía, que en 2010 llegó a crecer un 7,5%, pero este año por momentos se contrajo. Brasil se tornó dependiente a sus materias primas, las cuales han sufrido caídas en los precios y la demanda.
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"Vamos a demostrar que se pueden hacer ajustes de ahorro sin revocar los derechos conquistados o traicionar las políticas sociales", dijo Rousseff. "Sé, más que nadie, que Brasil necesita volver a crecer".
Los ajustes son medidas impopulares como recortes de gastos y aumentos de impuestos que el gobierno necesita para equilibrar sus cuentas públicas, que registraron un déficit en 2014. Se estima que la economía creció solo un 0,2% en 2014.
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La ceremonia arrancó con un tradicional desfile de investidura en el que Rousseff y su hija Paula Rousseff viajaron en un Rolls Royce modelo 1952, que ha sido usado por todos los presidentes. Ambas saludaron a la gente que se congregó a lo largo del Eje Monumental de Brasilia, la capital. Fue resguardada por 4.000 policías y bomberos.
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El gobierno informó que 14 jefes de Estado asistieron a la juramentación. Entre ellos estuvieron el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, de Chile, Michelle Bachelet, y de Bolivia, Evo Morales. Los vicepresidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y de China, Li Yuanchao, también asistieron. Se programó un encuentro entre Biden y la presidenta después de la ceremonia de nombramiento de gabinete.
Al dirigirse a los visitantes de las misiones diplomáticas, Rousseff dijo que mantendrá la prioridad en relaciones con países de América Latina y que fortalecería el Mercosur. Agregó que quería vigorizar las relaciones con Estados Unidos.
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Aunque fue reelegida en octubre tras una victoria estrecha, Rousseff corre el riesgo de que Brasil pierda su grado de calificación de agencias crediticias si no lleva a cabo cambios urgentes en la política macroeconómica. Su gobierno ya anticipó que se limiten los beneficios como seguro de desempleo y pensiones a trabajadores para ahorrar dinero del presupuesto.
"El segundo mandato de Dilma promete ser muy diferente del primero", dijo Antonio Correa de Lacerda, economista y profesor de la Universidad Pontificia Católica de Sao Paulo. "Está consciente de que los principales elementos que fueron utilizados en el primer mandato aún en la sombra del gobierno Lula se agotaron".
Rousseff nombró como ministro de Hacienda a un reconocido banquero con doctorado en la Universidad de Chicago. Joaquim Levy es conocido por sus medidas en recorte de gastos y reducción de deuda, definida como la prioridad del gobierno.
Algunos temen que los recortes en subsidios e infraestructura podrían significar un retroceso en los avances sociales tan defendidos por Rousseff y miembros del gobernante Partido de los Trabajadores.
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En sus discursos frente a legisladores y luego frente a partidarios, Rousseff resaltó de nuevo que Brasil erradicó el hambre en el país y sacó a 36 millones de personas de la pobreza extrema. Prometió no renunciar a los compromisos sociales.
"No importan las dificultades, no importan los obstáculos, el pueblo brasileño va a vencer", dijo Rousseff en un discurso dirigido a sus seguidores en la Plaza de los Tres Poderes.
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