Simone Barreto Silva, de 44 años, tenías tres niños y fue una de las tres personas asesinadas con cuchillo por un hombre que entró a la basílica Notre-Dame en la ciudad francesa de Niza (sureste).
"Ella estaba ahí rezando, entró ese tipo que detesta a los cristianos (...) y acuchilló a esa señora allá dentro", lamentó el presidente Jair Bolsonaro en su conexión semanal por Facebook, y calificó el ataque como un acto de "cristofobia".
La víctima, nacida en Salvador de Bahía, quedó gravemente herida en el atentado, pero logró huir a un restaurante vecino, indicaron fuentes policiales.
"Cruzó la calle, cubierta de sangre. Aún hablaba, decía que había alguien dentro (de la iglesia)", contó a la radio France Info Brahim Jelloule, dueño del establecimiento.
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El hermano de Jelloule y un empleado del restaurante intentaron entrar en la iglesia, pero vieron al atacante armado con un cuchillo . Según Jelloule, Simone murió una hora y media después de ser herida.
"Díganles a mis hijos que los amo", logró decir antes de fallecer, de acuerdo con testimonios difundidos por la cadena BFMTV.
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Según esta misma fuente, Simone trabajaba cuidando ancianos, pero su pasión era la cocina y soñaba con abrir un restaurante de comida brasileña en esta ciudad de la Costa Azul francesa donde vivía desde hace varios años.
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El gobierno brasileño publicó una nota oficial en la que repudió el ataque y manifestó "en especial su solidaridad a los cristianos y a las personas de otras confesiones que sufren persecución y violencia por sus creencias".
También informó que, a través del consulado general en París, "proporciona asistencia consular a la familia de la brasileña víctima del atentado terrorista".
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Las otras dos víctimas fueron asesinadas dentro de la basílica: una mujer de 60 años que fue degollada por el atacante y el sacristán de la basílica, un laico de 55 años, casado y padre de dos niñas.
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