La Fiscalía en Barcelona, España , presentó una querella contra el gigante energético Endesa por la muerte de cientos de pájaros electrocutados en sus líneas de alta tensión.
La entidad se querelló contra Endesa al observar delitos contra el medio ambiente y la fauna toda vez que la empresa no aisló adecuadamente sus cables eléctricos y torres, creando "una trampa mortal para las aves".
Los pájaros son electrocutados cuando tocan dos cables a la vez o cuando se posan sobre una torre y tocan un cable.
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En la denuncia, los fiscales afirman que 255 pájaros murieron en la región de Osona, al norte de Barcelona, entre 2018 y 2020, incluyendo ejemplares de especies protegidas como cigüeñas blancas, buitres leonados, busardos ratoneros y águilas culebreras.
"La electrocución y muerte de aves debido al contacto directo que han tenido con los conductores desnudos de esas torres de las líneas eléctricas titularidad de la mercantil querellada ha afectado a toda la provincia de Barcelona, constituyendo una auténtica plaga", detalló el documento.
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Expertos consideran que la electrocución con líneas eléctricas es una grave amenaza para los pájaros, sobre todo especies en peligro.
Endesa "no ha adoptado medida alguna para reparar los soportes afectados que incumplen las medidas de seguridad establecidas reglamentariamente para evitar la electrocución de aves (...) desoyendo e ignorando deliberadamente sus obligaciones legales para evitar daños en la fauna y en el medio ambiente", según la Fiscalía.
En agosto de 2018, 72 cigüeñas blancas murieron durante un lapso de tres días cuando una bandada de 700 aves hizo una parada en la zona durante su migración hacia el sur, en un incidente que involucró 34 torres de Endesa que no habían recibido el debido aislamiento, señaló el documento.
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Pese a múltiples solicitudes, Endesa, subsidiaria de la italiana Enel, no tomó medidas "para evitar la constante, patente y evitable mortandad de aves por esa causa en la provincia de Barcelona", concluyó la fiscalía.
Según un estudio de la Universidad de Barcelona de 2010, las torres más peligrosas son aquellas situadas en hábitats donde hay pocos sitios naturales para que se posen las aves.