En algún rincón de Europa, sobre la bota italiana, se oculta una ciudad con más de dos mil años de historia. Esta ciudad ha sido testigo de imperios, revoluciones, renacimientos y, su nombre resuena en los ecos de la antigüedad como una de las grandes civilizaciones que moldearon el destino del mundo. Con un legado monumental que perdura hasta hoy, se le conoce como la ciudad eterna.
A lo largo de la historia, han sido muchas las ciudades que han pretendido alcanzar la inmortalidad, pero ninguna como esta. Con sus ruinas que hablan de tiempos antiguos, sus monumentos que desafían el paso de los siglos y sus calles impregnadas de cultura, esta ciudad ha sido un centro de poder, arte y religión.
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De hecho, su historia está tan entrelazada con el devenir de la humanidad que muchos, al recorrerla, sienten que el tiempo se detiene y que están caminando sobre los mismos adoquines que sus ancestros. Esta ciudad ha sido la capital de un imperio vasto y poderoso, y aún hoy conserva su influencia, no solo en su país, sino en el mundo entero.
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Roma es considerada la Ciudad Eterna
Roma ha sido llamada la ciudad eterna
desde tiempos remotos, pero el origen de este título se encuentra en las profundidades de la cultura romana. La idea de una ciudad destinada a perdurar a través de los siglos se remonta a los primeros días del Imperio Romano.
Según las leyendas fundacionales, Roma fue fundada en el 753 a.C. por los gemelos Rómulo y Remo, quienes, tras ser criados por una loba, habrían dado origen a una de las civilizaciones más poderosas de la historia. Sin embargo, lo que realmente dio fama a la ciudad fue su propio destino de permanencia, la convicción de que su existencia no solo perduraría, sino que dominaría el mundo conocido.
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Este sentimiento de invencibilidad y perpetuidad fue plasmado por poetas romanos como Virgilio, quien en su Eneida dejó claro que Roma no era una ciudad cualquiera, sino una que estaba destinada a la grandeza y la eternidad. Virgilio describe cómo el héroe troyano Eneas, ante el fracaso de su patria, fundó Roma, la cual se convertiría en un imperio inmortal. Roma era vista como el centro del universo, un lugar que nunca conocería el ocaso, siempre renovándose, siempre creciendo.
¿Por qué es considerada cómo la ciudad eterna?
El término Ciudad Eterna fue utilizado formalmente por el poeta Albio Tibulo en su obra Elegías en el siglo I a.C. La frase Urbs Aeterna, con la que Tibulo definió a Roma, expresa la idea de que la ciudad no solo era el corazón del Imperio Romano, sino que estaba destinada a vivir por siempre en el imaginario colectivo. Este concepto se reforzó durante siglos, incluso después de la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V d.C., cuando la ciudad se vio debilitada por las invasiones y el caos medieval.
No obstante, Roma supo renacer. Durante el Renacimiento, a partir del siglo XV, la ciudad experimentó una revitalización cultural, política y arquitectónica que la devolvió a su antigua gloria. Este renacimiento fue impulsado en gran medida por el papado, cuyo poder comenzó a crecer nuevamente.
Los papas, conscientes del poder simbólico de la ciudad, emprendieron una serie de reformas monumentales que incluyeron la construcción de obras maestras del arte y la arquitectura, como la Capilla Sixtina y la Basílica de San Pedro. De este modo, Roma retomó su título de Ciudad Eterna, no solo por su historia, sino por su capacidad para reinventarse constantemente.
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La ciudad eterna es visitada con frecuencia
Lo fascinante de Roma es que, a pesar de sus caídas y renacimientos, su esencia nunca se ha perdido. Hoy, caminando por las calles de la capital italiana, los turistas y los habitantes por igual son transportados a través de los siglos. El Coliseo, el Foro Romano, el Panteón y la majestuosa Basílica de San Pedro siguen siendo testigos mudos de la grandeza de una ciudad que, aunque no es la capital de un imperio, sigue siendo el corazón espiritual y cultural de un vasto mundo.
Pero Roma no solo es famosa por su antigüedad y su esplendor arquitectónico. La ciudad es un crisol de culturas, religiones y pensamientos que siguen convergiendo en su seno. La influencia de Roma se siente en todos los rincones del planeta, desde las costumbres políticas que nacieron en la República Romana hasta los cimientos del cristianismo que aún resuenan en su centro, el Vaticano.
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Una ciudad con un increíble legado
Roma sigue siendo un símbolo de resiliencia y renovación. A pesar de las adversidades, la ciudad eterna se ha mantenido como una de las ciudades más influyentes del mundo, tanto en el ámbito político como en el cultural. Desde la caída de su imperio hasta la consolidación del Vaticano como centro religioso mundial, la ciudad ha sabido adaptarse y seguir siendo una referencia para todas las generaciones.
El título de ciudad eterna no es un capricho literario ni una exageración de los romanos antiguos, sino una verdad histórica. Roma es eterna porque su historia no ha terminado. Al contrario, sigue escribiéndose cada día, ya sea a través de su arte, su arquitectura o el latido constante de su gente.
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